La serenata no surgió en Paraguay como a muchos serenateros nos hubiera gustado que fuera. Viene de lejos y se pierde en el tiempo; primero anduvo por Europa, luego, a través de los españoles se instaló en varios lugares de América, también en Paraguay.
A lo mejor miles de familias no se hubieran formado en nuestros países sin el recurso nocturno de la serenata. La timidez del pretendiente se encargaba de barnizar el cantor y las guitarras junto a la ventana cuyas rejas abrazadas por santarritas y jazmineros. Muchos miles habremos nacido mediante un bolerazo de aquellos o una guarania ejecutados en el justo momento en algunas de aquellas juglarescas madrugadas paraguayas.
Me recuerda las músicas nacionales que refieren a las serenatas. "Serenata triste" de Juan B. Mora; "Al pie de tu reja", de Remberto Giménez y Fernando Rivarola; "Nde rendape aju", de Flores y Ortíz Guerrero, los clásicos infaltables en el rovetä (ventana) de la amada.
Porque la serenata, en verdad, se inspira en el sentimiento pasional de un hombre con una mujer, aunque también se serenatea a la madre, la hermana, el padre, el abuelo, la abuela, en fin.
El repertorio musical paraguayo tiene una veintena de músicas para los momentos de declarar el amor con la complicidad de los seis caminos de la guitarra: "Serenata clásica", de Julián Alarcón; "Serenata" de Agustín Barboza; "Serenata agreste", de Alcibiades Cartes; "Serenata guaraní", Fernando Centurión; "Serenata", Epifanio Méndez Fleitas; "Nde rovetame che ama apurahei", Toledo Núñez y Teodoro S. Mongelós.
Sigue con "mi serenata de amor", Carlos Federico Reyes; "Serenata arribeña", Emilio Bobadilla Cáceres; "Serenata de adios", Alejandro Villamayor; "Serenata viajera", del caballerense Juan A. Torales; "Nde rovetame Elenita", también del caballerense Aristídes Valdéz; "Noche de serenata", del encarnaceno Filiberto Zarza; "Serenata okara", Herminio Giménez y M. González; "Serenata para tí", Raúl Achón; "Serenata a mi azucena", Dionisio Delgadillo.
Agustín Barrios también compuso "Serenata marisca", mientras que César Antonio Cardozo algo menos exquisito pero, quizás, también cargado de sinceridad, "Serenata Cañaditare" y de buena voluntad de aportar al cancionero madruguero de la nación.
A todas estas canciones, desde luego, se añaden las de siempre, una sentida guarania o un bolero mejicano que para qué les cuento.
Finalmente, tras repasar esta incompleta lista de composiciones inspiradas en las serenatas me entran nostalgias de aquellos tiempos cuando con mi dúo Chiqui Velázquez caímos en manos de un policía que andaba patrullando las madrugadas de Fernando de la Mora y con quién llegamos a un feliz como oportuno acuerdo: en vez de ir presos por carecer de permiso para andar cantando por ahí, fuimos a llevar serenata a su esposa hasta el alba.
Claro, tengo otras anécdotas que les debo para la próxima ....
Me recuerda las músicas nacionales que refieren a las serenatas. "Serenata triste" de Juan B. Mora; "Al pie de tu reja", de Remberto Giménez y Fernando Rivarola; "Nde rendape aju", de Flores y Ortíz Guerrero, los clásicos infaltables en el rovetä (ventana) de la amada.
Porque la serenata, en verdad, se inspira en el sentimiento pasional de un hombre con una mujer, aunque también se serenatea a la madre, la hermana, el padre, el abuelo, la abuela, en fin.
El repertorio musical paraguayo tiene una veintena de músicas para los momentos de declarar el amor con la complicidad de los seis caminos de la guitarra: "Serenata clásica", de Julián Alarcón; "Serenata" de Agustín Barboza; "Serenata agreste", de Alcibiades Cartes; "Serenata guaraní", Fernando Centurión; "Serenata", Epifanio Méndez Fleitas; "Nde rovetame che ama apurahei", Toledo Núñez y Teodoro S. Mongelós.
Sigue con "mi serenata de amor", Carlos Federico Reyes; "Serenata arribeña", Emilio Bobadilla Cáceres; "Serenata de adios", Alejandro Villamayor; "Serenata viajera", del caballerense Juan A. Torales; "Nde rovetame Elenita", también del caballerense Aristídes Valdéz; "Noche de serenata", del encarnaceno Filiberto Zarza; "Serenata okara", Herminio Giménez y M. González; "Serenata para tí", Raúl Achón; "Serenata a mi azucena", Dionisio Delgadillo.
Agustín Barrios también compuso "Serenata marisca", mientras que César Antonio Cardozo algo menos exquisito pero, quizás, también cargado de sinceridad, "Serenata Cañaditare" y de buena voluntad de aportar al cancionero madruguero de la nación.
A todas estas canciones, desde luego, se añaden las de siempre, una sentida guarania o un bolero mejicano que para qué les cuento.
Finalmente, tras repasar esta incompleta lista de composiciones inspiradas en las serenatas me entran nostalgias de aquellos tiempos cuando con mi dúo Chiqui Velázquez caímos en manos de un policía que andaba patrullando las madrugadas de Fernando de la Mora y con quién llegamos a un feliz como oportuno acuerdo: en vez de ir presos por carecer de permiso para andar cantando por ahí, fuimos a llevar serenata a su esposa hasta el alba.
Claro, tengo otras anécdotas que les debo para la próxima ....