Detrás de la puerta, esto

Detrás de la puerta, esto
Procuro que mi blog sea agradable como lo es un buen vino para quién sepa de cepas; como un buen tabaco para aquellos que, como Hemingway, apreciaban un buen libro, un buen vino, un buen ron y un buen puro. Es todo mi intento para cuando abra esta puerta (Foto: Fotolia.com).

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domingo, 12 de diciembre de 2010

Serenatas

La serenata no surgió en Paraguay como a muchos serenateros nos hubiera gustado que fuera. Viene de lejos y se pierde en el tiempo; primero anduvo por Europa, luego, a través de los españoles se instaló en varios lugares de América, también en Paraguay.
A lo mejor miles de familias no se hubieran formado en nuestros países sin el recurso nocturno de la serenata. La timidez del pretendiente se encargaba de barnizar el cantor y las guitarras junto a la ventana cuyas rejas abrazadas por santarritas y jazmineros. Muchos miles habremos nacido mediante un bolerazo de aquellos o una guarania ejecutados en el justo momento en algunas de aquellas juglarescas madrugadas paraguayas.
Me recuerda las músicas nacionales que refieren a las serenatas. "Serenata triste" de Juan B. Mora; "Al pie de tu reja", de Remberto Giménez y Fernando Rivarola; "Nde rendape aju", de Flores y Ortíz Guerrero, los clásicos infaltables en el rovetä (ventana) de la amada.
Porque la serenata, en verdad, se inspira en el sentimiento pasional de un hombre con una mujer, aunque también se serenatea a la madre, la hermana, el padre, el abuelo, la abuela, en fin.
El repertorio musical paraguayo tiene una veintena de músicas para los momentos de declarar el amor con la complicidad de los seis caminos de la guitarra: "Serenata clásica", de Julián Alarcón; "Serenata" de Agustín Barboza; "Serenata agreste", de Alcibiades Cartes; "Serenata guaraní", Fernando Centurión; "Serenata", Epifanio Méndez Fleitas; "Nde rovetame che ama apurahei", Toledo Núñez y Teodoro S. Mongelós.
Sigue con "mi serenata de amor", Carlos Federico Reyes; "Serenata arribeña", Emilio Bobadilla Cáceres; "Serenata de adios", Alejandro Villamayor; "Serenata viajera", del caballerense Juan A. Torales; "Nde rovetame Elenita", también del caballerense Aristídes Valdéz; "Noche de serenata", del encarnaceno Filiberto Zarza; "Serenata okara", Herminio Giménez y M. González; "Serenata para ", Raúl Achón; "Serenata a mi azucena", Dionisio Delgadillo.
Agustín Barrios también compuso "Serenata marisca", mientras que César Antonio Cardozo algo menos exquisito pero, quizás, también cargado de sinceridad, "Serenata Cañaditare" y de buena voluntad de aportar al cancionero madruguero de la nación.
A todas estas canciones, desde luego, se añaden las de siempre, una sentida guarania o un bolero mejicano que para qué les cuento.
Finalmente, tras repasar esta incompleta lista de composiciones inspiradas en las serenatas me entran nostalgias de aquellos tiempos cuando con mi dúo Chiqui Velázquez caímos en manos de un policía que andaba patrullando las madrugadas de Fernando de la Mora y con quién llegamos a un feliz como oportuno acuerdo: en vez de ir presos por carecer de permiso para andar cantando por ahí, fuimos a llevar serenata a su esposa hasta el alba.
Claro, tengo otras anécdotas que les debo para la próxima ....

Letizia Ruíz y Yennifer Pedrozo

Me agrada esto de que las mujeres marquen grandes pasos hacia adelante, ocupando sus espacios; es decir, espacios reservados para la gente más talentosa. Mónica, mi hija, es una de ellas, pero ahora no hablaré de ella (me babeo cuando cuento sus logros académicos) sino de otras paraguayas, Letizia Ruíz (foto), que a sus 36 años de edad es nada menos que comandante de una aeronave de la compañía TAM y de Yennifer Pedrozo (27) piloto militar.
El otro día vi la foto de Letizia en los diarios ¡Comandante de un avión!, exclamé; y, sí, nada más y nada menos. No, no la conozco personalmente, supongo que sus padres estarán muy orgullosos de ella, como yo de Moni, mi flamante médica veterinaria, especializada en tortugas, osos polares, elefantes marinos y pingüinos (eso sí: no sé si por aquí hay esos animales para que ella les sirva).
No les quepan dudas: yo viajaría a ojos cerrados en una máquina conducida por una mujer. No soy tan machista como para no darme el gusto de volar en un avión comandada por una del supuesto sexo débil, más todavía si fuera paraguaya.
Esto de volar siempre atrajo a muchas compatriotas mías. Berta Servián de Flores fue la primera aviadora paraguaya. Trabajó en el correo aéreo Asunción - Encarnación, durante los primeros años del gobierno de Alfredo Stroessner. Excelente piloto, pero fue despedida por Stroessner porque a ella se le antojó gustarle el Partido Revolucionario Febrerista.
Después vinieron Mary Picco, Chela de Lird y María Teresa Fragnaud, que al igual que Amelia Earhart, Carola Lorenzini, Linda Pauwels, Diana Barnato Walker, María Harts y otras que se pusieron al mando de sus respectivos aviones y volaron alto y lejos.
En diciembre del 2008 egresó con 25 años de edad de las aulas de las Fuerzas Aéreas la paraguaya Yennifer Pedrozo. Se recibió de piloto militar y seguro que alguna vez, cuando tengamos, se pondrá a comandar un avión de guerra. Emocionante por donde se lo mire.
¡Bien, Letizia!, comandante de esos avionazos de TAM ...
¡Bién, Yennifer! .... ¡bien, paraguayas!....