Las fiestas de San Juan se originaron en antiguas costumbres fenicias y caldeas, en la adoración del dios sol. De los juegos con fuego vigentes en Paraguay de hasta hace pocas décadas, quedaron apenas el cruce del fuego (tata ari je hasa), el toro candil y la pelota tata.
Esta festividad pasó a ser en nuestro país una suerte de propiedad católica y parte de nuestras tradiciones, orientándose en los últimos tiempos hacia la gastronomía, con el consumo de aquellas comidas de carne, maíz y otros derivados.
Una comida antiquísima de los guaraníes es el mbeju.
Hecho de almidón de mandioca (typyraty) con una mezcla de harina de maíz, que cocían en un plato de arcilla con extremos dentados o acordeonados, el ña u pyvu.
La mandioca y el maíz son originarios de estas extensas tierras de los guaraníes. Por la década de 1950 y 1960, recuerdo, todavía en Villarrica se vendían en los almacenes el typyraty a granel y que se compraba por mínimas partidas para la preparación del mbeju vespertino.
Pero el mbeju no forma parte, lamentablemente, de las tradiciones culinarias de las familias paraguayas, como lo fue hasta inicios de la década de 1960, sobre todo en el interior. Esta especie de tortilla guasu fue desplazada por el pan de trigo en sus variedades de galleta, palito, coquito, pan francés, cañoncito, pancito, etc.
Una costumbre guaraní, rememorada por el sabio Moisés Santiago Bertoni Torreani, sobre el consumo del mbeju por los guaranìes, señala que el padre de un recién nacido debía ayunar durante 40 días. En la última parte de su abstinencia se le suministraba un mbejú del cual sólo debía consumir el medio y dejar los bordes (como una rueda) que se cuelga en las casas para consumirlos finalmente en la primera cita de amigos para festejar el nacimiento del niño.
En pocas palabras, el nacimiento se festejaba entre los guaraníes nada menos que con el mbeju.
Concepción Leyes de Chaves en su novela "Tava´i" destaca que el mbeju era consumido incluso por aquellas "buenas" familias, entendidas como las pudientes, vestidas a la alta moda de la época, de levitas - por ejemplo - entre los hombres.
Con el frio de esta época vuelven los deseos, como escapados de la subconciencia, de consumir mbeju con cocido, un verdadero manjar desplazado por la gastronomía foránea como la medialuna o cruasán (del francés croissant) para la hora del desayuno o de la merienda.
Felizmente, algunos sitios de comidas ofertan el mbeju pero se me hace que es una suerte de "propuesta violeta", tímida, solo para audaces para quiénes son capaces de asumir la riqueza de sus orígenes sin temor al qué dirán salpicadas por quiénes ignoran las esencias paraguayas y, sobre todo, por quiénes las critican.
Este plato, en fin, no debiera desenpolvarse solo en las fiestas de San Juan; deben formar parte de nuestra mesa diaria. Es una cuestión de sentido común.
Esta festividad pasó a ser en nuestro país una suerte de propiedad católica y parte de nuestras tradiciones, orientándose en los últimos tiempos hacia la gastronomía, con el consumo de aquellas comidas de carne, maíz y otros derivados.
Una comida antiquísima de los guaraníes es el mbeju.
Hecho de almidón de mandioca (typyraty) con una mezcla de harina de maíz, que cocían en un plato de arcilla con extremos dentados o acordeonados, el ña u pyvu.
La mandioca y el maíz son originarios de estas extensas tierras de los guaraníes. Por la década de 1950 y 1960, recuerdo, todavía en Villarrica se vendían en los almacenes el typyraty a granel y que se compraba por mínimas partidas para la preparación del mbeju vespertino.
Pero el mbeju no forma parte, lamentablemente, de las tradiciones culinarias de las familias paraguayas, como lo fue hasta inicios de la década de 1960, sobre todo en el interior. Esta especie de tortilla guasu fue desplazada por el pan de trigo en sus variedades de galleta, palito, coquito, pan francés, cañoncito, pancito, etc.
Una costumbre guaraní, rememorada por el sabio Moisés Santiago Bertoni Torreani, sobre el consumo del mbeju por los guaranìes, señala que el padre de un recién nacido debía ayunar durante 40 días. En la última parte de su abstinencia se le suministraba un mbejú del cual sólo debía consumir el medio y dejar los bordes (como una rueda) que se cuelga en las casas para consumirlos finalmente en la primera cita de amigos para festejar el nacimiento del niño.
En pocas palabras, el nacimiento se festejaba entre los guaraníes nada menos que con el mbeju.
Concepción Leyes de Chaves en su novela "Tava´i" destaca que el mbeju era consumido incluso por aquellas "buenas" familias, entendidas como las pudientes, vestidas a la alta moda de la época, de levitas - por ejemplo - entre los hombres.
Con el frio de esta época vuelven los deseos, como escapados de la subconciencia, de consumir mbeju con cocido, un verdadero manjar desplazado por la gastronomía foránea como la medialuna o cruasán (del francés croissant) para la hora del desayuno o de la merienda.
Felizmente, algunos sitios de comidas ofertan el mbeju pero se me hace que es una suerte de "propuesta violeta", tímida, solo para audaces para quiénes son capaces de asumir la riqueza de sus orígenes sin temor al qué dirán salpicadas por quiénes ignoran las esencias paraguayas y, sobre todo, por quiénes las critican.
Este plato, en fin, no debiera desenpolvarse solo en las fiestas de San Juan; deben formar parte de nuestra mesa diaria. Es una cuestión de sentido común.