Vino tinto, vino claro,
vino de mis contentos,
vino de mis penas;
vinos tinto y claro,
vinos de mis instantes eternos.
Ven, vino, ve
y sana este corazón vinagreado
porque en tu aroma de tiempos,
en las duelas de roble, tu nido,
germina mi instante alegrado.
Vino tinto de los tintos,
farol en mis oscuros;
no te vayas, no termines,
tinto bueno y maduro.
Vino claro, vino blanco,
nacido en el torrontés,
déjame sentir en tu cuerpo rubio
a esa blanca piel que me seduce
de la cabeza a los pies.
Vino tinto, vino claro,
en tus colores serenos,
en tu maduración perfecta,
vino bueno y maduro
hoy, ahora, disfruto, me amparo.
Efraín Martínez Cuevas
(Palma Loma, Luque, 8 de setiembre de 2013)