Detrás de la puerta, esto

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Procuro que mi blog sea agradable como lo es un buen vino para quién sepa de cepas; como un buen tabaco para aquellos que, como Hemingway, apreciaban un buen libro, un buen vino, un buen ron y un buen puro. Es todo mi intento para cuando abra esta puerta (Foto: Fotolia.com).

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sábado, 5 de marzo de 2011

"Todos los nombres" de José Saramago

JOSE SARAMAGO, "Todos los nombres", Alfaguara, Madrid, 2001, 331 páginas.



Archivar es una de mis tareas diarias como escritor. Leo, clasifico, archivo. Me agrada esta ocupación que lo vengo haciendo desde hace más del cuarto de siglo. Mis pininos en la investigación que me obliga llevar mis archivos lo inicié de la mano del recordado Alfredo Seiferheld.

Cuando encontré "Todos los nombres" de Saramago me pareció descubrir a un amigo dedicado a mis tareas cotidianas. Se trata de una novela que gira en torno a la rutina de un archivero de 50 años de edad al servicio del Registro Civil. Paralelo a su trabajo en la oficina pública, registrar todos los nombres de nacidos y fallecidos, fue armando un archivo particular de unas 100 personas famosas.

A partir de ahí las idas y venidas en la novela, con pasajes insólitos, humanos, hasta de suspenso.

Desde el vamos es atrapante.

Saramago escribió esta novela con el estilo de Augusto Roa Bastos en "Yo, el Supremo", que para algunos no es el mejor. Eso es para discutir en otra ocasión.

Para leerlo, lo confieso con modestia, tuve que apelar al diccionario de la Real Academia Española en 82 oportunidades. Nueve palabras utilizadas en la novela no figuran en el catálogo oficial de expresiones castellanas como Macrobio, deleatur, bóstrido, efractor, efracción, pse pse, impetrante, nascituro y compósita. Licencias del escritor, digamos.

Recomiendo su lectura a periodistas, documentalistas, archiveros, bibliotecarios y lectores en general. Eso sí, no tengo certeza que se consiga en las librerías de Paraguay.