Detrás de la puerta, esto

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Procuro que mi blog sea agradable como lo es un buen vino para quién sepa de cepas; como un buen tabaco para aquellos que, como Hemingway, apreciaban un buen libro, un buen vino, un buen ron y un buen puro. Es todo mi intento para cuando abra esta puerta (Foto: Fotolia.com).

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viernes, 24 de abril de 2009

La vida privada de un funcionario público

Fernando Armindo Lugo Méndez se equivoca. Un presidente de la República está obligado a llevar una vida decente y disciplinada porque es la cabeza del país. Si él sabía que antes de las elecciones sus desarreglos personales afectarían no sólo a su gobierno sino a toda la sociedad paraguaya no debía haberse presentado a elecciones. No debía haber engañado a sus votantes.
Desde el momento en que Lugo Méndez toma la responsabilidad del gobierno debe saber que por cinco años (si lo completa) su vida privada está íntimamente ligada a su vida pública. A los paraguayos debe interesar la vida privada de su presidente.
Si, así como él y sus voceros nos quieren hacer creer, su vida privada nada tiene que ver con su gestión como primer funcionario público, estaría en el derecho de emborracharse por la calle, mostrar sus partes íntimas a todas las mujeres como lo hace uno de sus policías de la 911 en pleno ejercicio de sus funciones; o puede contrabandear como empresario privado (total lo privado es privado); o puede recaudar para sí como cualquier corrupto; o puede andar por las discotecas farreando como loco en horas de la madrugada y al volver a casa levantarse a algún travesti de la avenida Mariscal López.
Sí, su vida privada tiene mucho que ver con sus gestiones. Hemos tenido en la última década un presidente que en su vida privada fue borracho. Y como nadie le decía nada ya pasó a ser borracho en su vida pública. Ahora que el señor Lugo sepa que muchos le van a sacar en cara su indisciplina privada porque de presidentes indisciplinados el país está hartado.
Un dictador tenía un criadero (nunca mejor utilizada la palabra) de doncellas para que él, en su vida privada, hiciera lo que le cante. Y así nos fue. Porque nadie podía decirle nada (desde luego, era un dictador) hemos tenido toda clase de barbaridades en el país. Stroessner, a él me refiero desde luego, fue un indisciplinado en su vida privada así como descubrimos que es hoy el señor Fernando Lugo. Y por ese desorden íntimo también tuvimos el país que tuvimos y así seguirá siendo en sus manos, porque como es arriba es abajo, como es adentro es afuera, principio metafísico que él sabe como ex cura. Al intentar hacernos creer que su vida privada nada tiene que ver con su vida pública está equivocado por definición y por experiencia.
Si engañó a sus seguidores en tiempos electorales nos engañará a gusto y paladar con el poder del Presidente en sus manos. Eso está visto.
Fernando Lugo debía decir antes de las votaciones del 20 de abril de 2008 que él tenía compromisos de padre con más de un niño. Su sinceridad hubiera sido premiado con el voto de algunos, pero la mayoría lo hubiera rechazado como depositario del voto. Pero no dijo porque él, como cualquier paraguayo, es inteligente y sabe que esa vida privada desbolada lo llevaba a la derrota segura.
Una vez que está en la presidencia como que Lugo busca obligar a entender que una cosa (su privacidad) nada tiene que ver con su calidad de Presidente. Y, pese a sus asesores, mucho tiene que ver, al extremo de promover su obligación moral de dar un paso al costado.