No me pueden decir que vivir en Paraguay no es divertido. Todo es cuestión de mirar las cosas desde el amable ángulo de la apoltronada irresponsabilidad. Al fin de cuentas un poco de irresponsabilidad no hace tanto daño, como sí causa, por ejemplo, el azúcar en los diabéticos y; la sal, en los hipertensos.
Digo que con un poco de nadería podemos pasarlo muy bien en el Paraguay. Tome su reposera y balconee; verá de todo y, en algunos casos, capaz que se de el gusto de un par de buenas carcajadas. Fíjense. Hoy, por ejemplo. Un abogado denuncio que dejó su coche estacionado cerca del Palacio de Justicia y fue a hacer algunas gestiones en sus oficinas. Dentro del coche, aparcado en la calle, dice que dejó a su hija. Dijo también que una hora y pico después de hacer sus cosas en el Palacio de Justicia olvidó y no encontró ni su coche ni a su hija.
Tampoco denunció su caso a la Policía. Pero la Policía, profesional como siempre fue, rodeó la manzana por donde habría estado estacionado el coche y, con la sagacidad de los detectives de Conan Doyle, preguntaron al dueño de una casa con cámara de seguridad si no tendría problemas para mirar lo que registró la cámara. Aceptada la petición, el dueño puso en rew la grabadora de imagen y no encontró nada. El supuesto coche no se estacionó en el lugar donde dijo el denunciante.
Para esta hora no se sabe nada ni del coche, ni de la nena ni si en verdad el denunciante es abogado o qué. Así nomás, como dice Julio Vera, el conductor de un escuchado programa radial tempranero.
Podemos decir que el caso no fue sino un "bluper" del tipo que se presentó como abogado contra todos. Super gracioso. Lo que se dice, nos farreó. Solo acá podemos divertirnos tanto.
Otro:
Un parlamentario entró raudo a la sala de sesiones y dijo al presidente que él tenía la precisa, la solución, para el problema alimentario nacional y pidió un minuto de atención a la sala. Concedido, dijo el presidente. El parlamentario impostó la voz, miró de izquierda a derecha al momento de expresar el "señores colegas parlamentarios, señoras colegas parlamentarias" (¿así se dice?) de rigor y más serio que Zapag sabiendo que Olimpia será el nuevo campeón, presentó a la asamblea su plan de desempolvar la antigua Copacar.
Un viejo y currutaco parlamentario, expontáneamente, hizo un molinito con el índice derecho en torno a su oreja; una opositora de esas altaneras que nunca faltan se rió descaradamente; otro, quemando un cigarrillo, meneó, disgustado, la cabeza y un mechón de su plateado pelo cae sobre sus ojos.
Como practicó alguna vez el senador Camilo José Cela durante el discurso de uno de sus adversarios políticos también en la cámara, pero de España, un oficialista ventoseó ruidosamente (no se sabe si como protesta a su planteo o sencillamente por cochino) al extremo de haber dejado palomillos por huella (pero esto no es problema para la nación paraguaya sino para la lavandera).
Desde luego, el pobre (el que quizo vender la idea no el pedón) no sufrió lo que fue aquello por la década de 1950 cuando la veda de carne y toda esa historia maldita o, fue un masoquista (y lo sigue siendo) y que por eso quiere retorno de semejante salvajada.
En fin, lo cierto y lo concreto es que la idea fue al pedo.
Tengo un amigo escandinavo que me llamó por teléfono para preguntarme si era verdad dicha noticia que leyó por Internet y le respondí que sí. Escuché al otro lado del teléfono una retumbante risa, inesperado para mí puesto que a ellos nada les causa gracia. Bueno, este se rió con ganas. Me contagió. Yo también reí. Igustoitereí... o sea, demasiado daba gusto.
Y me digo, al fin de cuentas, todo es cuestión del cristal con que se mire. Me reí mediante el cristal que usó mi amigo y, sobre todo, de la humorada del parlamentario.
Solo aquí nos reimos tanto de las payasadas que hacemos todos los días. Acabo de descubrir que, efectivamente, es un país divino...
Otra, última, antes de que se vayan.
Una de guerra. Las escenas: tanques, tropas militares, aviones y helicópteros, barcos surtos en las cercanías, caras pintadas en epopéyicos campamentos militares en el norte. Sesenta días a pura tensión. La misión: atrapar a 10 gatos locos que se hacen llamar Ejército del Pueblo Paraguayo. Final de la película: volvieron los pundonorosos militares y policías de tan desgastante como peligrosa misión
¿Con los presos metidos en una jaula, esposados y engrillados?
No.
Volvieron dije nomás ...
Volvieron sin nada. Diez ratones no fueron capturados por 5.000 gatos. Perdieron pero se divirtieron. Ellos también, ¡qué tanto!, tienen derecho a pasarlo bien.
No quiero que se rían de esto; sí que les cuenten a los guionistas de Tom y Jerry, seguro que, ellos sí aprovecharán para sus tiras cómicas. Ya le veo a Tom, el militar, persiguiendo a Jerry, el EPP de la serie. Y que el ratoncito termine encerrando a Tom en el baño.
Y bueno, así es la cosa en Paraguay. Todos los días hay algo para reirse. Para qué complicar la vida. La risa es remedio infalibre decía la revista Selecciones en una de sus secciones fijas. A reirnos y a otra cosa, mariposa. No se compliquen, ubiquen sus reposeras y disfruten del balconeo.
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