Detrás de la puerta, esto

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Procuro que mi blog sea agradable como lo es un buen vino para quién sepa de cepas; como un buen tabaco para aquellos que, como Hemingway, apreciaban un buen libro, un buen vino, un buen ron y un buen puro. Es todo mi intento para cuando abra esta puerta (Foto: Fotolia.com).

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sábado, 16 de julio de 2011

Mi papá y la Virgen del Carmen

Un día como hoy, el 16 de julio de 1954, la carreta tirada por una yunta de bueyes, cargada con el ataúd confeccionado por los vecinos, marchaba con rumbo al cementerio "Nuevo", más allá del barrio San Miguel, en Villarrica. Detrás, a pie, los familiares, amigos, vecinos marchaban acongojados.

En la caja mortuaria estaban los restos de Justo Pastor Martínez Sanchez, un hombre de 64 años de edad que murió en su ley, de cirrosis. Yo también formaba parte del cortejo fúnebre; iba en brazos de mi madre, en otro momento en los de mi hermana Julia y; lo mejor, sentado en la carreta, al lado del cajón.

Mis ojos de pequeño, tal vez (no recuerdo, todavía no cumplía dos años de edad) miraban, curiosos, los enrojecidos de las mujeres, sobre todo de esa de 39 años de edad, la viuda con seis hijos que tuvo con el marido, hoy muerto.

Sí, el muerto era mi padre.

Sus restos iban, seguro, bamboleandose en la caja rústica que bajo los árboles del vecindario, los de buen corazón lo dieron forma sin que lo pintaran, porque ya no había tiempo. Así nomás. El ataúd, por lo visto era un poco grande. Se sentía que el muerto iba de un lado para el otro, a medida que la carreta se inclinaba de izquierda a derecha por el accidente de los caminos de tierra.

Les decía que murió de cirrosis. Era una mañana, guardando cama, murió allí, mientras mamá estaba en el mercado. cuentan mis hermanos mayores que yo andaba dando mis primeros pasos (por lo visto fui un poco perezoso) y pronunciando mis primeras palabras. Aquella mañana dicen que yo procuraba pasarle a papá una caja de fósforos para que queme su cigarro, hasta que cerró definitivamente los ojos.

Dicen que él tenía a la Virgen del Carmen - hoy es su día - como abogada. Y cuenta la señora Celia, una apreciada maestra vecina, que un jazminero de la casa floreció completamente aquella mañana de la muerte de papá. Lo anoto como una coincidencia notable.

Pero siempre pienso que la Virgen del Carmen le tuvo que haber acompañado en su último viaje; pienso que Ella tuvo que haber abogado por él sobre todo para que el Papá Grande le perdone haber tomado tanta caña. De mi parte, lo perdoné siempre; lo necesité de pequeño, pero mi madre hizo de tripa corazón y me crió muy bien. De modo que, perdones, lo tuvo de mi parte y mis hermanos.

Gracias, papá; gracias Virgen del Carmen por cuidarle...
(foto: Fotolia.com)

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