En 1989 visité Taiwan, China. Durante casi un mes recorrí sus pueblos y, traductor de por medio, conversé largo con sus campesinos en sus propias casas. Ellos trabajan pequeñas parcelas de tierra. Si algo falta en aquella isla es tierra agrícola y con la que hay se campanean los agricultores. Me quedé profundamente impresionado por la manera de sacar provecho a la naturaleza.
Un terrateniente taiwanés es aquel que tiene tres hectáreas de siembra. Siembran hasta en planteras y ¡obtienen ganancias! Un pueblo del sur tiene un bosque de bananas perteneciente a una cooperativa de campesinos. Convierten en mucho lo poco que tienen.
En las casas tienen un pequeño cuarto separado donde funciona una rueca eléctrica. Produce hilo con el algodón desmotado comprado de India, Egipto, Perú y Paraguay. La máquina trabaja sola, mientras el dueño de casa atiende otras actividades en la chacra. Una vez que terminó el fardo de algodón se renueva y sigue trabajando, día y noche. El hilo crudo producido es entregado a la industria hilandera para convertirlo en hilos más finos; de allí a tintorearlos y finalmente a la producción de tejidos.
El campesino taiwanés no produce algodón como nuestros agricultores; hace hilos de la cosecha de nuestros agricultores. Es un pequeño industrial y como él son miles en la isla. En un espacio de dos por dos metros opera su industria productora de hilo crudo que entrega periódicamente a la siguiente industria mientras recibe más fardos de algodón desmotado de 200 kilos.
En Paraguay llegaron a trabajar hasta 130.000 familias campesinas para producir el algodón en rama, procesada en nuestras desmotadoras y que los agricultores taiwaneses aprovecharon para trabajarlos en sus casas como industriales.
Tengo certeza que ese campesino chino que procesa el algodón comprado de lejanos países gana más que, por ejemplo, los productores de algodón de Paraguay que, dicho sea de paso, pueden ser dueños de 10 a 20 hectáreas (algo que los chinos ni sueñan con tenerlas).
Ahora que se prevé la reactivación de la explotación algodonera en Paraguay (al menos esa es la idea) los líderes campesinos debieras viajar a Taiwan para ver de sus pares isleños cómo se debe ganar dinero con la industria casera del hilado en base al algodón importado.
Volver a producir algodón en rama y procesar el desmotado en las casas de los campesinos sería un paso demasiado importante hacia el bienestar de la mayoría de los productores rurales ¿Se imaginan que cada familia esté entregando hilo crudo a Tejidos Pilar?, ¡sería estupendo! Si queremos, podemos...
(foto: Fotolia.com)
Un terrateniente taiwanés es aquel que tiene tres hectáreas de siembra. Siembran hasta en planteras y ¡obtienen ganancias! Un pueblo del sur tiene un bosque de bananas perteneciente a una cooperativa de campesinos. Convierten en mucho lo poco que tienen.
En las casas tienen un pequeño cuarto separado donde funciona una rueca eléctrica. Produce hilo con el algodón desmotado comprado de India, Egipto, Perú y Paraguay. La máquina trabaja sola, mientras el dueño de casa atiende otras actividades en la chacra. Una vez que terminó el fardo de algodón se renueva y sigue trabajando, día y noche. El hilo crudo producido es entregado a la industria hilandera para convertirlo en hilos más finos; de allí a tintorearlos y finalmente a la producción de tejidos.
El campesino taiwanés no produce algodón como nuestros agricultores; hace hilos de la cosecha de nuestros agricultores. Es un pequeño industrial y como él son miles en la isla. En un espacio de dos por dos metros opera su industria productora de hilo crudo que entrega periódicamente a la siguiente industria mientras recibe más fardos de algodón desmotado de 200 kilos.
En Paraguay llegaron a trabajar hasta 130.000 familias campesinas para producir el algodón en rama, procesada en nuestras desmotadoras y que los agricultores taiwaneses aprovecharon para trabajarlos en sus casas como industriales.
Tengo certeza que ese campesino chino que procesa el algodón comprado de lejanos países gana más que, por ejemplo, los productores de algodón de Paraguay que, dicho sea de paso, pueden ser dueños de 10 a 20 hectáreas (algo que los chinos ni sueñan con tenerlas).
Ahora que se prevé la reactivación de la explotación algodonera en Paraguay (al menos esa es la idea) los líderes campesinos debieras viajar a Taiwan para ver de sus pares isleños cómo se debe ganar dinero con la industria casera del hilado en base al algodón importado.
Volver a producir algodón en rama y procesar el desmotado en las casas de los campesinos sería un paso demasiado importante hacia el bienestar de la mayoría de los productores rurales ¿Se imaginan que cada familia esté entregando hilo crudo a Tejidos Pilar?, ¡sería estupendo! Si queremos, podemos...
(foto: Fotolia.com)
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