Aquel escándalo nos dejó bastante mal parados ante los japoneses y, los que aparecimos después para arreglar el mbaipy, tuvimos que poner cara por los sinvergüenzas ante la representación diplomática del país oriental.
Pasó que dos locutores de la radio administraban un espacio con músicas paraguayas que terminó convirtiéndose en una fiesta bailable casi permanente en el patio de la radio, con orquesta, transmisión radial en vivo, montaje de cantina y toda esa onda farrera.
Como la dirección de la emisora no ponía orden, los dos empleados notaron que podían hacer y deshacer lo que les venga en ganas dentro de la propiedad estatal. Fue así que se apoderaron de algunas piezas del estudio de grabaciones de la emisora.
El estudio de grabaciones de Radio Nacional del Paraguay fue montado en el local de la emisora sobre la calle Segunda de la capital con dinero donado por el gobierno del Japón. En el contrato respectivo, firmado por los gobiernos de Paraguay y Japón aclara que es compromiso de los responsables de la emisora velar que todos los equipos estén disponibles y en perfectas condiciones.
Pasó que la embajada japonesa en Paraguay se enteró a través de la prensa que dos pocokí andaban llevando micrófonos, consolas, cables y bafles a sus casas y que forman parte del equipaje donado por los japoneses. Rugieron como dragones.
La embajada japonesa emplazó al gobierno paraguayo de entonces a devolver en la brevedad los equipos faltantes so pena de suspender la ayuda japonesa a la República del Paraguay.
Desde luego, recuperamos lo robado, abrimos sumario pero de allí no pasó. El entonces secretario general de la Presidencia de la República y yo fuimos a la embajada japonesa a informar que los equipos están de nuevo en su lugar y que invitábamos a que lo vean con sus propios ojos. Fue una vergüenza pero tuvimos que hacer, no quedaba otra.
Cuando se inaguró una ampliación de la emisora los japoneses en 1998 fueron a controlarnos. El equipaje siguió completo y, por tanto, la cooperación japonesa a Paraguay continuó.
Valga esta experiencia para recordar a mi amigo Pedro González, rector de la Universidad Nacional de Asunción y; a la ministra de Salud, Esperanza Martínez, que con los japoneses no se juega, a propósito de la construcción del Hospital que nunca termina. Será mejor hablar claro con los orientales deslindando responsabilidades, porque si ellos no perdonaron el "extravío" de unos cables,bafles y micrófonos, mal perdonarían la fiesta que se pudo haber hecho con los millones de dólares ya entregados para construir el hospital.
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