Cochero era el que guiaba el carruaje, el coche, la diligencia, la galera, el faetón u otros tipos de carros o coches. También se lo llamaba mayoral, auriga y tronquista. Tronquista, de tronco que es un par de mulas o caballos que tiran del carruaje. Automedonte era el conductor del carro de Aquiles.
Benito Pérez Gardós dice en su "El dos de mayo" que un "cochero acartonado" conducía una "magnífica carroza con dos caballos empenechados". J. P. Robertson en "Letters on Paraguay" describe por su parte a un cochero de gala con casaca anaranjada, sombrero tricornio y botas altas.
En otra parte de su famoso libro escribió "después de atar la yunta del tronco bajo la dirección del cochero".
El oficio de cochero estaba registrado en las categorías laborales del Estado paraguayo. Cada ministerio incluyendo a la Presidencia de la República, hasta por fines de la década de 1920, tenía en su cuadro de funcionarios al cochero.
Por fines del siglo XIX se incorporaría al transporte público europeo el tranvía eléctrico, conducido por el motorman, una palabra en inglés, que se usaría también en Asunción y que desapareció cuando los tranvías dejaron de circular. El compositor Teodoro S. Mongelós fue motorman.
La palabra cochero quedaría fuera de uso con la incorporación francesa de chauffeur. En España se convirtió en chófer y el diccionario de la Real Academia Española lo registra con el acento en la letra o. En Paraguay decimos chofér. Choferear es, en castellano, conducir un vehículo motorizado, aunque esta palabra no es muy corriente en Paraguay. Yo conduzco, yo manejo, son las formas usuales de decir.
Lo curioso de esta palabra, Chauffeur, es que en origen se refiere el encargado de calentar el motor del coche en horas tempranas mientras que otro se encargaba de conducirlo, el conductor, que pudo haber sido el mismo cochero (del coche tirado por caballos).
En esto de poner nombre al que conduce un vehículo motorizado los franceses ganaron de mano a los españoles. La palabra cochero muy pronto quedó en desuso, no así coche en algunos países, incluyendo a Paraguay. Pero en otros países, como en México, Colombia, Venezuela, la palabra carro no se había cambiado con la incorporación del vehículos movidos a explosión. En portugues también se mantiene la misma palabra, carro, para lo que nosotros, en esta mediterránea región sudamericana, llamamos coche, auto y/o automóvil.
Otra palabra referente a los coches tirados por caballos o mulas y que desapareció del lenguaje castellano con la vigencia de los automotores es pescante que era el asiento exterior desde donde el cochero gobernaba a los animales. Esencialmente, pues, el asiento del conductor de un coche debiera seguir llamándose pescante y no "asiento del conductor" como decimos cuando debamos referirnos a esa parte del vehículo.
El asiento interior en el que el pasajero va de frente, en los carros tirados por los equinos se llamaba testera. Actualmente se llama lisa y llanamente asiento.
Lo que hoy es el "piso del coche", se llamaba lecho cuando el carro era movido a sangre. Esta palabra, lecho, desapareció del lenguaje castellano ni bien se popularizó el coche a motores. Originalmente el piso de hoy se llamaba igualmente pesebrón especialmente en los calesines y calesas.
La palabra portezuela, todavía con algún uso, se usaba en tiempos del carruaje. Portezuela es la puerta. hoy se dice directamente puerta, pero se entiende cuando en castellano nos referimos a portezuela.
Es evidente que muchas palabras han surgido con la invención de los automóviles pero otras se han perdido absurdamente. El piso debiera seguir llamándose lecho: los asientos de los acompañantes, testeras y; pescante al del conductor.
El que conduce debiera ser conductor, cochero, mayoral, auriga, tronquista y no chofér o chófer que en francés original es el que calienta el motor y que entregaba al conductor o cochero cuando el vehículo estaba listo para moverse. Pero el lenguaje tiene sus propios arcanos que saben por qué unas expresiones son aceptadas y otras no, o se dejan de usar de un día para otro.
Benito Pérez Gardós dice en su "El dos de mayo" que un "cochero acartonado" conducía una "magnífica carroza con dos caballos empenechados". J. P. Robertson en "Letters on Paraguay" describe por su parte a un cochero de gala con casaca anaranjada, sombrero tricornio y botas altas.
En otra parte de su famoso libro escribió "después de atar la yunta del tronco bajo la dirección del cochero".
El oficio de cochero estaba registrado en las categorías laborales del Estado paraguayo. Cada ministerio incluyendo a la Presidencia de la República, hasta por fines de la década de 1920, tenía en su cuadro de funcionarios al cochero.
Por fines del siglo XIX se incorporaría al transporte público europeo el tranvía eléctrico, conducido por el motorman, una palabra en inglés, que se usaría también en Asunción y que desapareció cuando los tranvías dejaron de circular. El compositor Teodoro S. Mongelós fue motorman.
La palabra cochero quedaría fuera de uso con la incorporación francesa de chauffeur. En España se convirtió en chófer y el diccionario de la Real Academia Española lo registra con el acento en la letra o. En Paraguay decimos chofér. Choferear es, en castellano, conducir un vehículo motorizado, aunque esta palabra no es muy corriente en Paraguay. Yo conduzco, yo manejo, son las formas usuales de decir.
Lo curioso de esta palabra, Chauffeur, es que en origen se refiere el encargado de calentar el motor del coche en horas tempranas mientras que otro se encargaba de conducirlo, el conductor, que pudo haber sido el mismo cochero (del coche tirado por caballos).
En esto de poner nombre al que conduce un vehículo motorizado los franceses ganaron de mano a los españoles. La palabra cochero muy pronto quedó en desuso, no así coche en algunos países, incluyendo a Paraguay. Pero en otros países, como en México, Colombia, Venezuela, la palabra carro no se había cambiado con la incorporación del vehículos movidos a explosión. En portugues también se mantiene la misma palabra, carro, para lo que nosotros, en esta mediterránea región sudamericana, llamamos coche, auto y/o automóvil.
Otra palabra referente a los coches tirados por caballos o mulas y que desapareció del lenguaje castellano con la vigencia de los automotores es pescante que era el asiento exterior desde donde el cochero gobernaba a los animales. Esencialmente, pues, el asiento del conductor de un coche debiera seguir llamándose pescante y no "asiento del conductor" como decimos cuando debamos referirnos a esa parte del vehículo.
El asiento interior en el que el pasajero va de frente, en los carros tirados por los equinos se llamaba testera. Actualmente se llama lisa y llanamente asiento.
Lo que hoy es el "piso del coche", se llamaba lecho cuando el carro era movido a sangre. Esta palabra, lecho, desapareció del lenguaje castellano ni bien se popularizó el coche a motores. Originalmente el piso de hoy se llamaba igualmente pesebrón especialmente en los calesines y calesas.
La palabra portezuela, todavía con algún uso, se usaba en tiempos del carruaje. Portezuela es la puerta. hoy se dice directamente puerta, pero se entiende cuando en castellano nos referimos a portezuela.
Es evidente que muchas palabras han surgido con la invención de los automóviles pero otras se han perdido absurdamente. El piso debiera seguir llamándose lecho: los asientos de los acompañantes, testeras y; pescante al del conductor.
El que conduce debiera ser conductor, cochero, mayoral, auriga, tronquista y no chofér o chófer que en francés original es el que calienta el motor y que entregaba al conductor o cochero cuando el vehículo estaba listo para moverse. Pero el lenguaje tiene sus propios arcanos que saben por qué unas expresiones son aceptadas y otras no, o se dejan de usar de un día para otro.
(Foto: Fotolia.com)
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