Detrás de la puerta, esto

Detrás de la puerta, esto
Procuro que mi blog sea agradable como lo es un buen vino para quién sepa de cepas; como un buen tabaco para aquellos que, como Hemingway, apreciaban un buen libro, un buen vino, un buen ron y un buen puro. Es todo mi intento para cuando abra esta puerta (Foto: Fotolia.com).

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martes, 20 de mayo de 2008

Es insuficiente hablar bien el guaraní

Soy de extracción campesina; mi madre era de Buena Vista, Caazapá y; mi padre, de Santiago, Misiones. Nací en Villarrica y crucé aquella década de 1950, los años de la miseria, con niños descalzos como yo y que hablabamos en un idioma incompleto, que no era el buen castellano ni el buen guaraní. Pero, nos entendíamos y eramos - pese a todo - felices.
Cuando fui periodista del diario ABC, durante muchos años me vinculé con los campesinos compatriotas. Al menos tres días por semana conversaba con ellos en cualquier parte del país. Hablabamos en guaraní y en castellano. A cuentas del idioma nativo apelábamos al jopará o yopará. Ya tengo mucho más de cincuenta años de edad, he hablado siempre en el idioma y en el estilo campesino y nunca tuve la suerte de encontrarme con un compatriota que hable el guaraní puro, excepto algunos locutores de radio, profesores de guaraní, algunos políticos, unos cuantos poetas. No digo que no hay. Me imagino, sí, que deben ser muy pocos.
El campesino, el genuíno guaraní - parlante, adopta las palabras castellanas sin más rodeos; las músicas folkloricas son las mejores muestras de ese fenómeno: Chembo problema che celular; Virgen querida nde rovetame, Che la reina, etc. Jamás he escuchado hablar en el puro guaraní ni en el campo ni en la ciudad. No por eso dejamos de enorgullecernos de nuestro idioma.
Porque hablemos más el guaraní no seremos mejores paraguayos ni; si hablamos menos, nos quitarán la honra de cobijarnos bajo los colores de nuestra bandera.
No seremos, ni mucho menos, antipatriotas porque hablemos el castellano. Conozco algunos presidentes de Paraguay que manejan muy bien el idioma nativo pero son mentirosos, falsos, mal educados, guarangos, sinvergüenzas, atrevidos, ladrones e inútiles. Pregunto a los fundamentalistas del guaraní si quién es mejor paraguayo: esta gente marginal que habla muy bien el guaraní; o los que hablando castellano y el guaraní jopará (o yopará) se preocupan de pagar sus impuestos, son laboriosos, buenos vecinos, solidarios y respetuosos.

Esta reflexión viene al caso a propósito de unas discusiones que apuntan a encontrar al candidato ideal para ocupar el cargo de titular del viceministerio de Cultura. Pareciera ser que el mejor viceministro será aquel que domine el guaraní puro y que en lo demás se puede dar el lujo de ser un burro. Se me hace que hay una colitis de evomoralismo entre algunos compatriotas que me hacen suponer que terminarán por exigir al futuro viceministro los atuendos de nuestros ancestros precolombinos: chiripá, penacho de plumas, arco, flecha y macana. Porque para estos agraciados compatriotas en eso consistiría la cultura.
Yo creo que el futuro viceministro de Cultura debe escribir y hablar el guaraní, escribir y hablar el castellano y, si es posibles hablar y escribir tan siquiera en inglés. Porque, como decía Jorge Gestoso de la CNN, así está el mundo. Los telefonos celulares, los ordenadores, el Internet, las comunicaciones vía satelite, han tirado por la borda todo trasto viejo, entre ellos el claustro nacionalismo. Hoy somos el mundo entero. Ahora yo escribo en mi blog desde Madrid y dentro de instantes me estarían leyendo en Paraguay, Canadá, India, Australia, Japón, Argentina, Sudáfrica. En esta globalización no participan sino los idiomas globales. El guaraní, el catalán, el quéchua no son lamentablemente globales.
De todas maneras, los paraguayos debemos apreciar y defender este tesoro cultural, el guaraní, como de hecho lo hacemos, usándolo en el día a día. Pero también debemos ser pragmáticos en nuestras cosas; debemos arrimarnos a los demás y no esperar que se nos arrimen. Sigamos defendiendo el guaraní como idioma nuestro; pero procuremos hablarlo bien, escribirlo bien, como es necesario saber hablar y escribir en castellano. Los inmigrantes sabemos cuanto vale saber hablar francés, inglés, alemán, chino a más del castellano y el guaraní.

Ojalá surjan otras corrientes de opinión que defiendan la elección de un viceministro de Cultura capaz de hablar al menos tres idiomas; que sepa qué hará desde su oficina por la cultura, que sea honrado, trabajador, respetuoso, decente. Un paraguayo bien formado como moldeaban los padres paraguayos de antes con la ayuda de aquellas señoras maestras como Rosa Peña, Celsa y Adela Speratti, María Felicidad González o, monumentales maestros como Delfín Chamorro, Ramón Indalecio Cardozo, Cecilio Báez, Efrain Cardozo.
Necesitamos en los cargos públicos, en fin, paraguayos que nos den resultados por su talento y a quienes podamos pagar con simpatía y respeto. Bien por el guaraní pero mucho más bien por la sabiduría general que pudiera tener nuestros próximos hombres en la función pública