Cuenta que no le quedan chipas para probar, que todas las hornadas son vendidas. Y también relata cómo comenzó: "habíamos comprado con una amiga unas chipas paraguayas cuyo gusto no nos gustó; entonces nos dispusimos a hacer como nosotras creíamos que serían sabrosas. Hicimos cuarenta chipas y regalamos a nuestras amigas, quiénes nos alentaron a producirlas y venderlas. Allí comenzó la cadena de pedidos".
Cuenta que en algunos locutorios de Madrid está la chipa amasada por ella. En el Centro Hispano Paraguayo también lleva lo suficiente como para responder a la demanda de la gente que concurre allí.
Acaso estemos ante una futura pionera de la producción empresarial de chipa en Madrid, así como fue, a su manera, aquella primorosa negra de la época de Gaspar Rodríguez de Francia, la lejendaria "Calí"...
Detrás de la puerta, esto
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sábado, 15 de marzo de 2008
Tola, la Calí de Madrid
Se llama Celia Segovia Trujillo y hace chipa para vender no sólo a los paraguayos, sino a españoles, peruanos, ecuatorianos y brasileños. Vende como unas 400 unidades por mes bajo una marca que ella puso a su producto, "Tía Tola". "Tola soy yo y pongo por delante "tía" porque aquí se dice así a las mujeres. Me gusta el nombre de mi chipa. Claro, tengo éxito con la venta porque en la preparación está mi secreto. No, no lo voy a revelar a nadie", dice durante una conversación que tuviéramos con ella.
Celia trabaja de "externa" en Madrid. Ella nació en Guayaiví, San Pedro y aprendió a hacer la chipa de niña, con Marta, su madre en el tatacuá de la casa. Los jueves, viernes sábados y domingos se empeña en amasar, cocer y vender las chipas calientes. Entrega por pedido; "me llaman por teléfono o van a mi casa, en Legaspi, y llevan. Ella vive con dos de sus hermanas, Marina y Librada. "Voy entregando de dos, cinco, diez unidades. Mi chipa tiene mucho queso", promociona su producto.
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