Los saludos mientras Eduardo Palacios registra en una cámara el evento. En el medio, Carlos Cuenca trata de convencer de algo a Ricardo Rodas Vil en tnato que otro, luego de años sin verse, como que pregunta Carlitos Vera si él es él. En el fondo, Piter Insfran, de blanco riguroso. La fiesta de los locutores el 9 de junio de 2013.
José Luis Perales dice que el amor es parar el tiempo en un
reloj. Y en el amor debe ser porque lo que es en la vida real ni por
casualidad. En este sentido Enrique Torres es realista: el tiempo hatá oiko
ñane aka omoapatî. Digo esto porque a muchos colegas locutores volví a ver 40
años después.
Fuimos a la fiesta de los anunciadores de radio y televisión
en el restaurante “Noches asuncenas” en el local que por tantos años ocupara
Radio Guaraní y donde trabajé un par de temporadas.
Estaba presente esa flor y nata de las radios de antes:
Atilio Valiente, Ernesto Abdo, Edith Victoria, Blanca Navarro, Ramón Mongelós,
Miguel Fernández, Dorita Rudis, Graciela Pastor, Carlos Cuenca, Ricardo Rodas
Vill que pese al tiempo mostraron ganas de vivir (digamos, procurando un toque
y despegue contra el tiempo que a las cabezas vuelven blancas y/o calvas).
Después de tantos tiempos vi a Pachín Roa Godoy, aquel
pituco de los escenarios y los micrófonos radiales, hoy hecho un abuelo, un
venerable abuelo bueno.
Federico Fariña Ropón, Ramón Mongelós (el inolvidable "Timidito"), Atilio Valiente (67), yo, mi nieto Dani, Carlos Montaner Vergara (75) y, de espaldas, Carlos Cuenca.
Mario Moreira, aquel muchachito y fiel compañero de Alejandro
Ortíz Aquino, ya es un señor rompiendo
las barreras de los 60 pirulos.
La mesa compartimos con Federico Fariña Ropón, famoso animador de las no menos famosas
parrilladas asuncenas de la época de oro de las noches capitalinas. Lo noté con
el rostro cambiado por tantas batallas en la vida pero con todas las energías
del pendejo veinteañero.
Piter Insfran, para pasar desapercibido, vino vestido con un
traje blanco de aquellos. Hizo de presentador de presentadores y artistas, como
del mago Nitzugan, de Ernesto Abdo y de Carlitos Vera.
Se comió como nadie, se brindó, se bailó como en las fiestas
alemanas, se cantó el “que lo cumplas…” y se cortó la torta. Una fiesta de
aquellas donde algunos, como Lulú Ortíz, buque insignia de la vieja guardia, no
pudo venir y los asistentes comprendieron la ausencia, los años no pasan solos.
Rodolfo Schaerer Peralta fue el gran ausente. Es que el año
pasado se le ocurrió marcharse a una radio celestial desde donde anda difundiendo
su “Noches estelares de tango” y comentando sobre folklore y folkloristas desde
algunas nubes traviesas. Sí, faltó Rodolfo pero estuvo, no sé si me explico…
Edith Victoria (Izq.) con su hermana, Dorita Rudis.
En mis años mozos yo no dejaba de concurrir a las fiestas
aniversarios de los locutores (9 de junio), aquellos tiempos de Silvio Noguera
Ayala, Herma Sosa, Carmelo Ruggilo, Bety Rott, Margareth, Narciso Ríos, Andrés
Barreto Calderoli, Papi Nuñez, Edilio Valdéz Benitez, Francisco Díaz Cantero,
Chicle, Juan Carlos Martínez, Enrique Benitez … ¿se acuerdan?
¿Cómo no recordar a Teresa Aguayo, la incansable secretaria
de Enrique Benitez en Alortpa y la Agencia Paraguaya de Noticias (APN), la
encargada de organizar aquellas fiestas de locutores y operadores llenas de
bote en bote?, ¡¡qué fiestas, compañero!!
Pero lo de este domingo pasado no fue menos. Mucha gente,
muchos amigos, fue toda una asamblea de grandes y apreciadas voces. Solo que
los años no pasan al divino botón, pero ahí está, al fin de cuentas, la gracia
de todo ese encuentro, cuarenta y cincuenta años después sin importar que al
tiempo no se pueda parar en un reloj.
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