"Oimene ombojama silla jorconre" (seguro que debe estar sentado recostado al horcón) es una frase escuchada en las tardecitas campesinas al referirse a alguien, sobre todo al varón, que terminó su faena agrícola del día. También se dice "oimene oja jorconre" ( a lo mejor estará haraganeando). Arrimar la silla a la pared o al horcón, todo un tema en el campo.
Mi madre nos prohibía que para sentarnos apoyemos el respaldo del asiento a la tapia porque, decía, apresuraba su estropeamiento al descansar solo en dos de sus cuatro patas y, exponía, "porque esa es costumbre de haraganes".
Y repartigóse para leer lo escrito, escribió Concepción Leyes de Cháves en Tava´i. Sentarse reclinado al horcón implica repantigarse o, como también puede decirse, repanchigarse, arrellanarse en el asiento y extenderse para mayor comodidad, tal como define el DRAE.
Dime cómo te sientas y te diré quién eres. Nosotros, los paraguayos, somos de extender las piernas a la hora de sentarnos, ¿mala educación?, tal vez, pero no querría entrar en ese terreno por ahora, lo dejaré para más adelante. Diré sí que bien o mal es una costumbre de los paraguayos así se siente bajo la arboleda para disfrutar del tereré o durante una reunión de vecinos o durante un velatorio.
Desde luego, no es un hábito exclusivamente guaraní; el policía se repantigó en el asiento, anotó Arturo Pérez-Reverte en El maestro de esgrima, novela española, mientras que Pío Baroja en César o nada se refiere a un italiano en la siguiente frase: El signor Cappagutti se quedó repantigado en la silla tranquilamente.
El sofá o canapé incita a repanchigarnos y sobre todo a la hora de ver la televisión constumbre que, a su vez, estimula la obesidad ¿Se imaginan al papá un domingo a la tarde sentado frente al televisor viendo un partido de fútbol y comiendo y bebiendo como cerdo?
El paraguayo, sobre todo el campesino, pues, tiene una manera de sentarse y ya que estos en este tema diría que también adopta una forma de pararse y ubicar los brazos. Si en cualquier ciudad de España usted observa que un hombre espera el autobús parado descansando sobre una pierna y con los brazos cruzados es casi seguro que ese sea un coterráneo nuestro.
En fin, para cerrar diría que los paguayos somos repanchigados... que sabemos descansar, que aprovechamos la vida.
1 comentario:
Hola Efraín, me encantó tu comentario. Me recuerda a los de Helio Vera, de feliz memoria.
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