Así la humanidad esté motorizada, como hoy está, no creo que los caballos desaparezcan. Digo porque no hace aún un siglo que la gente se movía bastante mediante el caballo, así sea montarlo en forma directa o en carruajes tirados por dichos animales. Seguirán las carreras de caballos tanto en el interior de Paraguay (las carreras cuadreras o, como se lo llama aquí, carrera pe) o en los más grandes hipódromos del mundo.
En mi país están muy avanzadas las llamadas jineteadas que reunen a una gran cantidad de amantes del hipismo por lo que el presente y el futuro del caballo, en Paraguay al menos, están asegurados. Se debe sumar las demás disciplinas deportivas que demandan buenos montados.
A lo largo de los años que llevo en esto que más que profesión es mi pasión, la comunicación en general y; la rural, en particular, siempre tuve especial admiración a aquellos criadores de caballos que lo hacen no tanto, pienso, como para ganar dinero sino por el afecto que dispensan a la especie. Voy a mencionar a uno de ellos, Enrique Zavala, que unos años atrás me había mostrado su caballada en su establecimiento en el norte del país.
Hay criadores que inyectan respetables sumas de dinero en la cría de determinadas razas: árabe, criollo, cuarto de milla, peruano de paso, etc., que en conjunto dan protagonismo a la ganadería caballar del país y, sobre todo, ayudan a mantenerla entre las mejores de América.
Al notar tanto entusiasmo de no pocos ganaderos hacia el caballo y gustándome a mi la historia de los caballos me puse a organizar mis libros y archivos sobre esta especie a los efectos de publicar alguna vez un diccionario sobre caballos. Recuerdo que mi primera fuente fue el "Pequeño Larousse Ilustrado" 1991 editado en Bogotá. Esto fue allá por el 2005. La primera palabra que encontré fue "ababillarse" (enfermar de la babilla un caballo).
Había veces que todo el día estaba sobre el diccionario hasta la madrugada siguiente cuando me caía rendido; al despertarme continuaba la tarea, lamentando dejarlo para otro momento porque también debía hacer otros trabajos. Sábados, domingos y feriados los aprovechaba para dedicarme única y exclusivamente a las palabras que hacen referencia a los caballos. En este tramo sufrí mis primeras molestias a fondo de los ojos. Terminé yendo de urgencia al oculista.
A medida que avanzaba en la espesura del diccionario me percaté que el interés se orientaba también hacia los carros y carretas, que no servirían si no lo tiran los caballos. Así encontré palabras referentes a carros y carretas que me permitieron enriquecerme como álabe, adral, alero, brancal, buje, cabezal, esteva, estadoño, etc, que las sumé a mis apuntes que iban devorando renglones y renglones de mi cuaderno.
La última palabra que encontré en el diccionario Larousse fue zurriago (látigo, azote). Fue todo un logro haber buscado palabra por palabra en mi manoseado catálogo de palabras. Mi siguiente diccionario de consulta fue el de la Real Academia Española (RAE) edición 2001, que casualmente y por esos días mi hermana Julia me trajo de obsequio de Madrid.
Como el trapiche a la caña dulce, exprimí los dos tomos del diccionario de la RAE. Volví a encontrar muchísimas palabras sobre caballos y carros. Terminé consultando nueve ediciones diccionarios castellanos hasta que viajé a Madrid para seguir con la tarea. Me inscribí a la Biblioteca Nacional de Madrid a donde concurría diariamente, durante un año, de lunes a sábados, para buscar más palabras sobre caballos. Corrían los años 2006 y 2007. la BNM no contaba con un solo ejemplar de diccionario sobre caballos, lo que me alentó aún más a seguir con mi búsqueda.
Anduve por las librerías de Madrid, Barcelona, Málaga, Granada y Córdoba buscando libros que me permitan anotar algo más sobre caballos. Fue así que llegué a los poemas del granadino Federico García Lorca y hasta conocí la casa donde nació y vivió sus primeros años. García Lorca tiene al caballo, la luna y al gitano como los primeros motivadores de sus poemas.
En Buenos Aires, entre los años 2010 y 2011 me pasé hurgando librerías antiguas para ver si por ahí, con suerte y viento a favor, logre dar con un viejo diccionario sobre caballos. Sin novedad en el frente, pero encontré varios libros sobre historia de caballos, jinetes, carros y carretas. Los traje para Asunción y me puse a procesarlos.
Me percaté que a las palabras podía añadir referencias de lugares, historia, personajes, etc. Por tanto me puse a leer biografías, historia, novelas, cuentos, ensayos. A propósito, encontré a novelistas como Arturo Pérez - Reverte, Pío Baroja, José Saramago, Benito Pérez - Galdós, entre otros, como excelentes proveedores de palabras para mi cuadernos de apuntes. Una de las palabras, recuerdo, que usan en sus obras es pescante, asiento del conductor, del cochero. Esa palabra no se transfirió a los vehículos motorizados para los que se dice hoy sencillamente "asiento del conductor", ¡vaya paradoja!, ¿no?
Y termino por hablarles de Internet como fuente. Aquí encontré muchos datos, aunque la mayoría se repite bastante sobre determinados temas referentes a los caballos; las referencias giran mucho, por ejemplo, sobre razas, caballos famosos, jinetes famosos. También encontré diccionarios parciales que me permitieron completar y corregir los que ya apunté. Me hubiera gustado encontrar más y mejores datos en las redes porque confío en el principio de la sincronicidad (cuando tiene lugar cualquier serie de acontecimientos que son los necesarios para llegar a un resultado como si actuase algo más que la simple coincidencia); en términos más vulgares: siempre hay un roto para un descosido.
Desde luego, una vez me pasó que todo el archivo perdí por un virus que tomó a mi PC. Un trabajo terminado que tuve que empezar de vuelta a armar como un rompecabezas. Llevo siete años con esto de juntar palabras por palabras sobre los equinos y, por fin, ahora terminé la tarea. Ahora me pregunto qué hago con esta recopilación para que a los demás sea útil. No es tan fácil publicar un libro porque esto es de interés de poca gente, de escasas instituciones. Lo que podemos afirmar es que, sí, en Paraguay, en este paraje sudamericano, hemos terminado la tarea de hacer un diccionario enciclopédico sobre caballos y carros y que quién se interese lo puede publicar. Ya no se podrá decir que no existe un diccionario sobre caballos, al menos el original está terminado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario