Es de no creer: Nuestro Premio Cervantes, Augusto Roa Bastos (1917-2005) - foto de arriba - sufrió dos intentos de asesinatos mientras estaba residiendo en Toulouse, Francia. El siguiente es fragmento del reportaje que el periodista español Juan Ramón Iborra realizara al escritor el 23 de mayo de 1998 en Asunción y que lo publicara en su libro “Confesionario” segunda parte, junto a los de a otros grandes referentes de la literatura universal. El libro salió a luz en el 2002 en Barcelona. En este pasaje de la entrevista, el escritor paraguayo (fallecido en abril de 2005, el Asunción), declara que en dos ocasiones su mujer, Iris, intentó asesinarle y revela detalles que la prensa no ha publicado hasta el presente.
-JUAN RAMON IBORRA (JRI): Llevamos casi dos horas de conversación y ahora quisiera preguntarle algo íntimo, en relación con su salida de Toulouse. Regresar a Asunción conlleva algo de pérdida personal, porque usted tiene hijos…
-AUGUSTO ROA BASTOS (ARB): Tengo seis hijos.
-JRI: Y los ha tenido, por así decirlo, en edad tardía.
-ARB: Sí, sí, sí.
-JRI: Usted ha reflexionado alguna vez en voz alta sobre ese hecho.
-ARB: Lo que yo pienso es que soy simplemente un agente polinizador, je, je. Ni siquiera tengo una vocación paternal muy definida. Y te das cuenta ya en letras claras, ¿no? Quiero mucho a mis hijos y ahora los extraño tremendamente. Hubo un drama familiar que me separó definitivamente de la última mujer que tuve, irreversible. Y tengo tres hijos preciosos de esa última unión a los que tengo perdidos porque no puedo volver. Ése es el drama.
-JRI: No le entiendo bien. Esos hijos suyos están en Francia…
-ARB: Están en Francia, sí. En Toulouse.
-JRI: Y allí tuvo lugar el drama con su última mujer.
-ARB: Con mi última mujer.
-JRI: Con Iris. ¿Le pasó algo con ella?
-ARB: Sí, algo muy terrible. Dos intentos de eliminación, por ejemplo.
-JRI: De eliminación …¿Quiere decir de suicidio?
-ARB (foto de arriba): Esto es una cosa muy grave que no se puede contar en un reportaje, ¿no?, porque sería acusarla. Pero fue una cosa terrible. Y bueno, consecuentemente, la pérdida de ese hogar y sentirme despojado de todo. Porque allí quedó todo mi material, mi biblioteca de más de dos mil volúmenes, la colección de mis obras publicadas y de lo que se ha publicado sobre mí. Enormes lotes de borradores de obras teatrales que no puedo recuperar, salvo que me meta en un lío de proceso judicial para recuperar eso, que está considerado como elementos de trabajo. Puedo recuperarlos, pero para eso tengo que desarrollar una actividad superior al descubrimiento de América. Las cosas están muy mal.
-JRI: ¿Lo que me está diciendo es que ella le quiso eliminar a usted?
-ARB: Sí, sí. Por estrangulamiento una vez, en sueños. Y otra vez, delante de los hijos y de un sobrino que había venido a buscarme.
-JRI: ¿Tenía su mujer algún problema, sufría algún tipo de desequilibrio…?
-ARB: Desequilibrio, y además es muy celosa. Por ejemplo, yo iba a venir para acá, al Paraguay, y estos viajes hacían detonar crísis. Es una cosa patológica. Yo quise siempre llevarla a un psiquiatra, a un neurólogo o lo que fuera. No a un psicoanalista, por supuesto. Y ella siempre se resistió, porque decía que yo quería hacerla pasar por local. Así que no me fue posible atenderla en ese aspecto. Y bueno, yo no sé ahora cómo será la vida. Por de pronto lo que sé muy bien es que mi salida de allí generó un alivio para mis hijos. Y para ella misma.
-JRI: Su salida de Francia fue un alivio de tensiones.
-ARB: Sí, de tensiones, de problemas. Durante un tiempo, varios meses, inició una ofensiva telefónica aquí, pero feroz. No sólo contra mí, sino contra mis hermanas. Contra una de ellas sobre todo, que es la que esta más al tanto de mis cosas. Realmente, yo no sabía cómo iba a terminar eso. Es de esos dramas que no tienen solución.
-JRI: Existe la solución legal de una separación.
-ARB: Ésta es una separación de hecho que la voy a mantener así hasta que muera, porque no pienso hacer nada que …
-JRI: ¿Mantiene ahora relaciones con sus hijos? ¿Habla con ellos?
-ARB: Sí. Hace unos seis meses más o menos, iban a venir por su propia decisión, sobre todo las dos hijas. Y la madre les prohibió. Yo les había enviado ya los billetes de avión y todo, para vinieran. Y no fue posible. No vinieron. No pudieron llegar.
-JRI: ¿Son menores de edad?
-ARB: Son menores de edad, claro. Pero esa etapa de la profunda tristeza que producen estos dramas, es superable. Y aceptando mi parte de culpabilidad, pienso que la situación ha sido bastante injusta. A partir de ese reconocimiento, yo tengo en este momento la libertad de elegir el camino. Yo no estoy casado con ella, ¿no? Fue también una unión de hecho, ¿no? Pero no legal. Entonces, lo único que cuenta para mí son esos tres hijos.
-JRI: Usted sólo se llegó a casar con su primera mujer.
-ARB: Yo estoy casado con la primera mujer. Un vínculo que no se disolvió nunca. Y yo dejé eso como una especie de defensa.
-JRI: ¿De defensa de qué?
-ARB: ¿Y claro, porque no podían ya exigirme casamiento, je, je, je. “¿Cuándo vas a iniciar el divorcio?” No, yo no tengo ningún interés.Yo le agradezco mucho, pero esto es una garantía de que voy a permanecer libre.
(…)
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Fuente: , Juan Ramón: “Confesionario segunda parte”, Domingraf, S.L., Barcelona, 2002, pp. 169 y 170)
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