Blas es un amigo mío con el que suelo charlar de paso sobre, por decirlo así, temas de la actualidad. La otra vez me inició la conversación hablándome del tiempo; "hace calor, es tiempo en que nos sorprende la lujuria" y desarrolló el tema:
Dijo - en un torrente de imaginaciones - que en verano hombres y mujeres se sienten más atraídos por el sexo opuesto (así como va la modernidad eso de "opuesto" va quedando increíblemente desacreditado y sin uso) y que, por tanto, Sudamérica, según él, tiene más representantes de Leo y Virgo; es decir, que hay más nacimientos en agosto y setiembre.
Dijo - en un torrente de imaginaciones - que en verano hombres y mujeres se sienten más atraídos por el sexo opuesto (así como va la modernidad eso de "opuesto" va quedando increíblemente desacreditado y sin uso) y que, por tanto, Sudamérica, según él, tiene más representantes de Leo y Virgo; es decir, que hay más nacimientos en agosto y setiembre.
Menuda deducción, mezcla de lo fisiológico con lo zodiacal, me hizo escuchar sus razonamientos, hilarantes y faranduleros.
¿El calor aumenta la lujuria?, pregunté, inocente.
"Sí, mirá, te voy a explicar. Esto es verdad, yo leí en la revista "Conocer". Purete había sido es", dijo al hacer una pausa con un mate de tereré.
Según mi amigo el proceso de atracción entre una mujer y un hombre se distingue en términos bioquímicos en tres estados: 1)- La lujuria, que busca el sexo; 2)- la atracción, que orienta a qué clase de persona vamos a mirar, por ejemplo, en el shopping y; 3)- la unión, en pareja que provoca la ansiedad cuando la otra persona no está y; la tranquilidad cuando se la tiene al lado.
¿Y el calor qué tiene que ver?, pregunté tímido y ansioso.
"No sé bien (ya me parecía que algo de eso había) pero cuando hace calor como que andamos todos desnudos; las mujeres usan escotes de aquellos, algunas no usan portasenos y llevan faldas cortitas. Así los varones nos largamos tras ellas. No será científico lo que te digo pero eso es lo que ocurre", pasó al frente.
Es en verano, según mi amigo Blas, que la diosa Rea tenía mucho trabajo en la antigua Grecia, porque ella era la diosa de la fecundidad. Desde luego, con el calor que hace por aquellos parajes seguramente los atenienses le daban con todo a los dictados de la lujuria según las explicaciones científico - criollas de mi divertido amigo.
En verano, sigo anotando sus reflexiones, se producen más rompimientos de parejas porque hay un jepillá pa guasú entre ellos, digamos porque la estación tiene sus reglas y una de ellas es sacudirse en la cama no solo con la pareja de uno sino, también, con la de otro.
Bueno, por lo visto, en mi juventud el verano era más recatado porque no andábamos saltando de cama en cama. Digamos que el verano de hoy es más alcahuetero.
De todas maneras escuché atentamente las elucubraciones del amigo que para eso, al fin, es mi amigo: para escucharle.
Como venía oyéndole sin promover mayores interrupciones y como es medio cultófilo me peló lo que había leído en La República de Platón. Medio impostando la voz y como dirigiéndose a un discípulo me dijo que aquel sabio luego defendía que una vez que hombres y mujeres hayan pasado la edad de la procreación los hombres tenían libertad para chanchanear de aquí para allá excepto con sus madres, abuelas, hijas y nietas.
- ¡Hijoleta! - exclamé - era un perverso...
-Nooo, era un sabio.
A esta altura de la conversación Blas estaba en el limbo. "Aunque nuestras costumbres sociales nos incitan a practicar el sexo de noche, en los hombres este no es el mejor momento, porque sus niveles de testosteronas caen", disparó a mansalva.
Le pregunté si de donde sacó eso.
- ¿Cuál "eso"? - preguntó poniéndose en guardia.
- Lo de que a la noche no anda.
- ¿ah!, de la revista "Muy interesante".
Por eso te digo, tableteó a quema ropas, en verano buscamos más las vedijas femeninas y permitime añadir: parecemos condenados a hablar siempre de lo intelectual o de lo sexual, "los dos temas mayores de la imbecilidad humana", como decía Roa Bastos.
Se dió un respiro, me observó como la fiera a la presa y prosiguió:
"Los homosexuales no buscan amor como nosotros buscamos en el otro sexo ...."
- Está bien, ya sé, el calor aumenta nuestro líbido. Ya e ya....
¿El calor aumenta la lujuria?, pregunté, inocente.
"Sí, mirá, te voy a explicar. Esto es verdad, yo leí en la revista "Conocer". Purete había sido es", dijo al hacer una pausa con un mate de tereré.
Según mi amigo el proceso de atracción entre una mujer y un hombre se distingue en términos bioquímicos en tres estados: 1)- La lujuria, que busca el sexo; 2)- la atracción, que orienta a qué clase de persona vamos a mirar, por ejemplo, en el shopping y; 3)- la unión, en pareja que provoca la ansiedad cuando la otra persona no está y; la tranquilidad cuando se la tiene al lado.
¿Y el calor qué tiene que ver?, pregunté tímido y ansioso.
"No sé bien (ya me parecía que algo de eso había) pero cuando hace calor como que andamos todos desnudos; las mujeres usan escotes de aquellos, algunas no usan portasenos y llevan faldas cortitas. Así los varones nos largamos tras ellas. No será científico lo que te digo pero eso es lo que ocurre", pasó al frente.
Es en verano, según mi amigo Blas, que la diosa Rea tenía mucho trabajo en la antigua Grecia, porque ella era la diosa de la fecundidad. Desde luego, con el calor que hace por aquellos parajes seguramente los atenienses le daban con todo a los dictados de la lujuria según las explicaciones científico - criollas de mi divertido amigo.
En verano, sigo anotando sus reflexiones, se producen más rompimientos de parejas porque hay un jepillá pa guasú entre ellos, digamos porque la estación tiene sus reglas y una de ellas es sacudirse en la cama no solo con la pareja de uno sino, también, con la de otro.
Bueno, por lo visto, en mi juventud el verano era más recatado porque no andábamos saltando de cama en cama. Digamos que el verano de hoy es más alcahuetero.
De todas maneras escuché atentamente las elucubraciones del amigo que para eso, al fin, es mi amigo: para escucharle.
Como venía oyéndole sin promover mayores interrupciones y como es medio cultófilo me peló lo que había leído en La República de Platón. Medio impostando la voz y como dirigiéndose a un discípulo me dijo que aquel sabio luego defendía que una vez que hombres y mujeres hayan pasado la edad de la procreación los hombres tenían libertad para chanchanear de aquí para allá excepto con sus madres, abuelas, hijas y nietas.
- ¡Hijoleta! - exclamé - era un perverso...
-Nooo, era un sabio.
A esta altura de la conversación Blas estaba en el limbo. "Aunque nuestras costumbres sociales nos incitan a practicar el sexo de noche, en los hombres este no es el mejor momento, porque sus niveles de testosteronas caen", disparó a mansalva.
Le pregunté si de donde sacó eso.
- ¿Cuál "eso"? - preguntó poniéndose en guardia.
- Lo de que a la noche no anda.
- ¿ah!, de la revista "Muy interesante".
Por eso te digo, tableteó a quema ropas, en verano buscamos más las vedijas femeninas y permitime añadir: parecemos condenados a hablar siempre de lo intelectual o de lo sexual, "los dos temas mayores de la imbecilidad humana", como decía Roa Bastos.
Se dió un respiro, me observó como la fiera a la presa y prosiguió:
"Los homosexuales no buscan amor como nosotros buscamos en el otro sexo ...."
- Está bien, ya sé, el calor aumenta nuestro líbido. Ya e ya....
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