Estoy leyendo el libro "Testimonio político, revelaciones de un presidente", de Luís Ángel González Macchi. Lo publicó en el mes de setiembre de 2008 aquí, en Asunción. Cuenta lo que pasó en el gobierno de Paraguay entre los años 1999 y 2003 cuando él actuó como presidente de la nación.
Vale la pena leerlo. En sus páginas nos enteramos de la otra campana, que no han publicado los medios periodísticos.
En este libro podemos leer lo que, quizás, González Macchi no pudo decir cuando era presidente de los paraguayos. Ahora lo puede. Y lo dijo. Por haberlo dicho él es interesante el libro.
Rescato su postura contra Nicanor Duarte Frutos, entre otros. Este, según aquel, se escondió durante el marzo paraguayo a más de restarle todo mérito político. "Antecedentes políticos no tenia ninguno", escribió sin empacho González Macchi.
Lamentó, incluso que lo haya nombrado ministro de Educación; "con mi error de elección maté las ilusiones de 70.000 familias paraguayas cuyos hjos, padres o hermanos, debieron marcharse del país rumbo a España y cientos de miles a la Argentina en busca de mejores horizontes", dispara al referirse de la gestión presidencial del ex periodista ovetense.
González Macchi no para allí; trata a Nicanor de "este sujeto vil", "un afiliado sin curriculo partidario", "resentido social", "melagómano", "prepotente", "inescrupuloso", vinculado a los contrabandistas de Ciudad del Este y propietario, como de la nada, de costosos bienes inmobiliarios.
También lo trata de "mariscal de la derrota", "iluminado", "soberbio", "energúmeno iluminado", "ambicioso", "Mister Hyde", etc.
También se refiere a Hermes Rafael Saguier ("Rambo") de quién cree que "algo le falla en la cabeza" y lo acusa de haberse involucrado en el golpe militar contra su gobierno en mayo de 2000. Cuenta en su libro de 348 páginas que Saguier fue a visitar al almirante (SR) Guillermo López Moreira para proponerle el cambio de gobierno y que el militar retirado "por poco no lo hechó a patadas de su casa".
En el libro cuenta detalles sobre lo que sucedió entre las 21.45 del 18 de mayo a las 03.30 del 19 de mayo de 2000 en la capital. Gonzàlez Macchi y su familia estaban resguardado esa noche en la Armada Nacional.
El ex presidente no deja títeres con cabeza: se despacha con el ímpetu de un toro de Lidia contra Lino Oviedo, los periodistas, Luís Alberto Wagner, Juan Carlos Wasmosy, Diógenes Martínez, Anibal Carrillo Iramain, etc.
El libro vale la pena leerlo, sobre todo los periodistas que tenemos a nuestro cargo entender qué pasó en el país para hablar con propiedad cuando así nos toque.
Algunas reflexiones de González Macchi contra mis colegas son un poco exageradas. Generaliza injustamente. Dice, por ejemplo, en la página 162 de su obra: "para los periodistas el presidente no puede hacer deportes sino fruncir el seño, sentarse en un escritorio para impartir órdenes con voz tonante". No a todos los periodistas nos gusta un presidente que, frunciendo el ceño, imparte órdenes al santo pepe. A algunos periodistas nos agrada que el presidente de la república practique deportes en sus tiempos libres, como cualquiera.
Por lo demás, interesante el aporte del ex presidente. Como para preocuparse de ir a la librería, comprarlo y leerlo de pe a pa.
¡Ah!, recordamos al editor de la obra que tiene muchos errores ortográficos, que para la próxima edición debiera corregirlos.
Vale la pena leerlo. En sus páginas nos enteramos de la otra campana, que no han publicado los medios periodísticos.
En este libro podemos leer lo que, quizás, González Macchi no pudo decir cuando era presidente de los paraguayos. Ahora lo puede. Y lo dijo. Por haberlo dicho él es interesante el libro.
Rescato su postura contra Nicanor Duarte Frutos, entre otros. Este, según aquel, se escondió durante el marzo paraguayo a más de restarle todo mérito político. "Antecedentes políticos no tenia ninguno", escribió sin empacho González Macchi.
Lamentó, incluso que lo haya nombrado ministro de Educación; "con mi error de elección maté las ilusiones de 70.000 familias paraguayas cuyos hjos, padres o hermanos, debieron marcharse del país rumbo a España y cientos de miles a la Argentina en busca de mejores horizontes", dispara al referirse de la gestión presidencial del ex periodista ovetense.
González Macchi no para allí; trata a Nicanor de "este sujeto vil", "un afiliado sin curriculo partidario", "resentido social", "melagómano", "prepotente", "inescrupuloso", vinculado a los contrabandistas de Ciudad del Este y propietario, como de la nada, de costosos bienes inmobiliarios.
También lo trata de "mariscal de la derrota", "iluminado", "soberbio", "energúmeno iluminado", "ambicioso", "Mister Hyde", etc.
También se refiere a Hermes Rafael Saguier ("Rambo") de quién cree que "algo le falla en la cabeza" y lo acusa de haberse involucrado en el golpe militar contra su gobierno en mayo de 2000. Cuenta en su libro de 348 páginas que Saguier fue a visitar al almirante (SR) Guillermo López Moreira para proponerle el cambio de gobierno y que el militar retirado "por poco no lo hechó a patadas de su casa".
En el libro cuenta detalles sobre lo que sucedió entre las 21.45 del 18 de mayo a las 03.30 del 19 de mayo de 2000 en la capital. Gonzàlez Macchi y su familia estaban resguardado esa noche en la Armada Nacional.
El ex presidente no deja títeres con cabeza: se despacha con el ímpetu de un toro de Lidia contra Lino Oviedo, los periodistas, Luís Alberto Wagner, Juan Carlos Wasmosy, Diógenes Martínez, Anibal Carrillo Iramain, etc.
El libro vale la pena leerlo, sobre todo los periodistas que tenemos a nuestro cargo entender qué pasó en el país para hablar con propiedad cuando así nos toque.
Algunas reflexiones de González Macchi contra mis colegas son un poco exageradas. Generaliza injustamente. Dice, por ejemplo, en la página 162 de su obra: "para los periodistas el presidente no puede hacer deportes sino fruncir el seño, sentarse en un escritorio para impartir órdenes con voz tonante". No a todos los periodistas nos gusta un presidente que, frunciendo el ceño, imparte órdenes al santo pepe. A algunos periodistas nos agrada que el presidente de la república practique deportes en sus tiempos libres, como cualquiera.
Por lo demás, interesante el aporte del ex presidente. Como para preocuparse de ir a la librería, comprarlo y leerlo de pe a pa.
¡Ah!, recordamos al editor de la obra que tiene muchos errores ortográficos, que para la próxima edición debiera corregirlos.
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