Detrás de la puerta, esto

Detrás de la puerta, esto
Procuro que mi blog sea agradable como lo es un buen vino para quién sepa de cepas; como un buen tabaco para aquellos que, como Hemingway, apreciaban un buen libro, un buen vino, un buen ron y un buen puro. Es todo mi intento para cuando abra esta puerta (Foto: Fotolia.com).

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sábado, 5 de diciembre de 2009

Soy Villarrica

(Efraín Martínez Cuevas)



Permiso...
Soy de Villarrica

Del hontanar del Ycua Pyta, un corazón;
de mi escuela Santa Librada,
y las rompientes del Tebicuary más allá de la estación.

Disculpen...
por eso soy Villarrica.

Soy chubasco pasajero venido de hacia el muro del Ybytyruzú,
el arrebol de setiembre sobre las chacras de Carovení,
y madrugadas serenateras en ventanas de Yvaroty.

Y también,
soy el patio amplio y fresco de los Madelaire
en los bajos de Paso Pe;
y los zaguanes largos de los Mussi y Codas,
en el centro, con pianos, al atardecer.

Soy la espada valiente de Melgarejo, León y Zárate y Bogado,
Soy la tolvanera de sus lánguidas siestas de verano,
la audacia montonera del legendario Rojitas, un alocado.

Y soy el pacurí maduro de su diciembre florido,
El azúcar de su ingenio,
y el tiempo detenido en el carumbé colorido.

Soy la vieja y gallarda estación,
los corredores sacros de la catedral dorada,
y el boliche donde mataron a mi hermano Sergio López,
en manos del yvapara, hijo desgraciado.

Soy las aulas del Ramón I Cardozo,
De la modesta Hilaria Sanabria,
y de la escuela Cervantes,
capillitas de cultura donde aprendí a decir, fogoso.

Soy las letras a Anselmita del demiurgo Manuel,
El panambí verá eterno,
y las cuerdas olvidadas de Carlos Talavera,
como olvidados ya son los amantes de Teruel.

Soy caña del arriero,
su puñal y su baraja
en almacenes de San Miguel, Carumbe´y
donde afloran los pendencieros.

Soy el carretero que silba un triste en la cima de la carga
El yvy pyta de Lomas Valentinas
la panadería de los Franco,
la de la vedija aromada, casi mágica, larga.

Soy, en fin...

Pregón mañanero del mercader pueblerino,
las hurras liberadas
del Chiripepé borracho, callejero e infiel
y la voz comba, entonada, en pláticas guaireñas,
bañadas de sinceridad, humildad y de miel.

Soy de Villarrica, mi orgullo y honor;
disculpen,
Soy Villarrica
la rebelde y culta,
sí, señor...

Luque, 5 de diciembre de 2009

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