Como si fuese ayer. El 15 de setiembre de 2009 se cumplen 35 años del fallecimiento de Luis Alberto del Paraná en Londres. Aquel domingo, cuando sonó el teléfono de radio Guaraní mientras yo estaba de turno como locutor y, Pedro Angelino, como operador, una voz femenina pregunta desde el otro lado de la línea si era verdad que había fallecido el cantante paraguayo.
"Claro que no", la respondí. "Hace un par de meses - la comenté - le reporteé en el Hotel Guaraní donde estaba alojado y me dijo que volvería para fin de año a Asunción para quedarse". Me supuse que porque lo vi muy bien aquella vez durante el reportaje no moriría aquel 15 de setiembre en la capital británica. No se me pasaba por la cabeza que deba morir.
A nadie se le ocurriría pensar que al ver a un hombre lleno de vida como Paraná deba provocar la reacción de las teletipos y los noticieros de las radios de onda corta por la tragedia. Por tanto, sin saber lo que pasó la noche antes, respondí que el artista paraguayo no murió.
Como al mediodía me enteré que efectivamente había fallecido.
En aquellos días no era fácil, como ahora, que la noticia llegue al instante a nosotros desde cualquier parte del planeta.
Dicen que el gran intérprete habría fallecido estando en compañía de una amiga alemana que, para ese efecto, viajó desde su país a Inglaterra. Artistas paraguayos dispersos por el mundo desde hace años conocen una historia sobre Luis Alberto del Paraná que todavía no es admitida, por pudor, amor, respeto y admiración al fallecido.
En una revista madrileña se publicó hace un par de años, que Paraná pudo haber sido víctima de una sobredósis de algún estimulante, caso que la Scotland Yard tendría registrado en sus archivos todos los detalles del incidente. La justicia británica realizó las investigaciones respectivas y en sus dossieres están todos los informes de cada uno de los testigos del suceso.
Volvamos a 1974: Su velatorio en el Teatro Municipal fue impresionante. Acaso sólo el del Mariscal Estigarribia haya juntado tanta gente. La fila de compungidos paraguayos que deseaban darle el último adiós llegaba hasta Palma e Independencia Nacional.
Apenas tenía 48 años al fallecer.
"Claro que no", la respondí. "Hace un par de meses - la comenté - le reporteé en el Hotel Guaraní donde estaba alojado y me dijo que volvería para fin de año a Asunción para quedarse". Me supuse que porque lo vi muy bien aquella vez durante el reportaje no moriría aquel 15 de setiembre en la capital británica. No se me pasaba por la cabeza que deba morir.
A nadie se le ocurriría pensar que al ver a un hombre lleno de vida como Paraná deba provocar la reacción de las teletipos y los noticieros de las radios de onda corta por la tragedia. Por tanto, sin saber lo que pasó la noche antes, respondí que el artista paraguayo no murió.
Como al mediodía me enteré que efectivamente había fallecido.
En aquellos días no era fácil, como ahora, que la noticia llegue al instante a nosotros desde cualquier parte del planeta.
Dicen que el gran intérprete habría fallecido estando en compañía de una amiga alemana que, para ese efecto, viajó desde su país a Inglaterra. Artistas paraguayos dispersos por el mundo desde hace años conocen una historia sobre Luis Alberto del Paraná que todavía no es admitida, por pudor, amor, respeto y admiración al fallecido.
En una revista madrileña se publicó hace un par de años, que Paraná pudo haber sido víctima de una sobredósis de algún estimulante, caso que la Scotland Yard tendría registrado en sus archivos todos los detalles del incidente. La justicia británica realizó las investigaciones respectivas y en sus dossieres están todos los informes de cada uno de los testigos del suceso.
Volvamos a 1974: Su velatorio en el Teatro Municipal fue impresionante. Acaso sólo el del Mariscal Estigarribia haya juntado tanta gente. La fila de compungidos paraguayos que deseaban darle el último adiós llegaba hasta Palma e Independencia Nacional.
Apenas tenía 48 años al fallecer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario