El 17 de setiembre de cumplen 29 años del asesinato del ex dictador nicaragüense Anastasio Somoza en la avenida España casi Santa Rosa de Asunción. El caso fue uno de los más absorbentes para el periodismo de la época.
Esa mañana de 1980 estábamos en la redacción del diario Abc Color. Yo esperaba unos datos desde la oficina de prensa del Ministerio de Agricultura y Ganadería para viajar al Instituto Agronómico Nacional (IAN) de Caacupé para una cobertura normal. Por entonces me encargaba de las informaciones agropecuarias. Varios de mis compañeros ya se habían marchado a sus respectivas coberturas, con los fotógrafos en los móviles, unos coches de la marca Peugeot del tipo 404.
Ínterin escuchamos en radio Ñandutí que Humberto Rubín pregunta si qué pasó en la avenida España para añadir que se habría atentado contra el coche en el cual viajaba el ex presidente centroamericano. Hoy me entero a través de la radio de Rubín que quién le informó fue Elpidio Aranda, que trabajaba en el departamento de marketing en la planta 1 de la Coca Cola.
En la redacción nos movilizamos y fuimos los que podíamos en el coche de Tito Saucedo, secretario de redacción, hasta el lugar del suceso. Llegamos en pocos minutos, porque el tráfico vehicular en aquel tiempo era tranquilo.
Llegamos por detrás de la fábrica de la Coca Cola, que todavía funcionaba frente al Sanatorio Italiano, a una cuadra del lugar del hecho. El escenario era ligeramente desolado, los vecinos todavía no salían del susto. Llegamos antes que Sabino Montanaro, Ministro del Interior; del general Britez (jefe de Policía) y de Pastor Coronel (el jefe de Investigaciones).
El coche blanco Mercedes Benz estaba con el techo destrozado y el motor todavía en marcha. Había volado de un bazucado. Para cuando llegamos, algún vecino piadoso con una sábana cubrió los cuerpos de Somoza y un acompañante, un alemán que hacía de asesor suyo.
Uno de los policías que hacían de escolta del centroamericano se asomó desde atrás de la muralla de una casa, que ahora ya no está, muralla donde se habría refugiado al producirse el ataque por parte de los terroristas.
Al rato llegó Dinorah Sampson, la amante del ex dictador ( que vivía a pocas cuadras de allí, sobre España). Ella lloraba a gritos desconsoladamente. En la foto que acompaña este artículo (una página de la revista "Aquí" de la época) muestra ese momento.
Para ese instante ya se había cerrado el tráfico sobre esta arteria desde Venezuela hasta la avenida Brasilia.
El cuerpo de Gallardo, chofer del Mercedes, estaba en el asfalto, junto al cual llegó la mujer de Somoza, asistida por su médico privado y un policía. Los bomberos de la policía (todavía no estaban los bomberos voluntarios) llegaron minutos después y, entre dos, tomaron el cuerpo del conductor para ubicarlo en una ambulancia. Al levantarlo sus restos se desparramaron en el pavimento. Tuvieron que cubrirlo con una sábana (nunca mejor en ese momento el nombre de "mortuoria" como lo bautizaron los gendarmes argentinos) con la cual logran sacarlos de allí.
No olvidaré los restos de sesos humanos en las murallas cercanas, que los bomberos limpiaron 40 minutos después.
A la noche me tocó hacer guardia periodística junto al portón por detrás de la casa de Somoza. Casi no dormimos durante una semana de tanto ajetreo periodístico. El trabajo contemplaba atender a los colegas que llamaban de todas partes del mundo para enterarse de lo que ocurría. Todas las líneas telefónicas estaban ocupadísimas por las llamadas internacionales.
El caso Somoza fue uno de los principales casos en los que me tocó actuar como periodista junto a mis demás compañeros del diario.
Esa mañana de 1980 estábamos en la redacción del diario Abc Color. Yo esperaba unos datos desde la oficina de prensa del Ministerio de Agricultura y Ganadería para viajar al Instituto Agronómico Nacional (IAN) de Caacupé para una cobertura normal. Por entonces me encargaba de las informaciones agropecuarias. Varios de mis compañeros ya se habían marchado a sus respectivas coberturas, con los fotógrafos en los móviles, unos coches de la marca Peugeot del tipo 404.
Ínterin escuchamos en radio Ñandutí que Humberto Rubín pregunta si qué pasó en la avenida España para añadir que se habría atentado contra el coche en el cual viajaba el ex presidente centroamericano. Hoy me entero a través de la radio de Rubín que quién le informó fue Elpidio Aranda, que trabajaba en el departamento de marketing en la planta 1 de la Coca Cola.
En la redacción nos movilizamos y fuimos los que podíamos en el coche de Tito Saucedo, secretario de redacción, hasta el lugar del suceso. Llegamos en pocos minutos, porque el tráfico vehicular en aquel tiempo era tranquilo.
Llegamos por detrás de la fábrica de la Coca Cola, que todavía funcionaba frente al Sanatorio Italiano, a una cuadra del lugar del hecho. El escenario era ligeramente desolado, los vecinos todavía no salían del susto. Llegamos antes que Sabino Montanaro, Ministro del Interior; del general Britez (jefe de Policía) y de Pastor Coronel (el jefe de Investigaciones).
El coche blanco Mercedes Benz estaba con el techo destrozado y el motor todavía en marcha. Había volado de un bazucado. Para cuando llegamos, algún vecino piadoso con una sábana cubrió los cuerpos de Somoza y un acompañante, un alemán que hacía de asesor suyo.
Uno de los policías que hacían de escolta del centroamericano se asomó desde atrás de la muralla de una casa, que ahora ya no está, muralla donde se habría refugiado al producirse el ataque por parte de los terroristas.
Al rato llegó Dinorah Sampson, la amante del ex dictador ( que vivía a pocas cuadras de allí, sobre España). Ella lloraba a gritos desconsoladamente. En la foto que acompaña este artículo (una página de la revista "Aquí" de la época) muestra ese momento.
Para ese instante ya se había cerrado el tráfico sobre esta arteria desde Venezuela hasta la avenida Brasilia.
El cuerpo de Gallardo, chofer del Mercedes, estaba en el asfalto, junto al cual llegó la mujer de Somoza, asistida por su médico privado y un policía. Los bomberos de la policía (todavía no estaban los bomberos voluntarios) llegaron minutos después y, entre dos, tomaron el cuerpo del conductor para ubicarlo en una ambulancia. Al levantarlo sus restos se desparramaron en el pavimento. Tuvieron que cubrirlo con una sábana (nunca mejor en ese momento el nombre de "mortuoria" como lo bautizaron los gendarmes argentinos) con la cual logran sacarlos de allí.
No olvidaré los restos de sesos humanos en las murallas cercanas, que los bomberos limpiaron 40 minutos después.
A la noche me tocó hacer guardia periodística junto al portón por detrás de la casa de Somoza. Casi no dormimos durante una semana de tanto ajetreo periodístico. El trabajo contemplaba atender a los colegas que llamaban de todas partes del mundo para enterarse de lo que ocurría. Todas las líneas telefónicas estaban ocupadísimas por las llamadas internacionales.
El caso Somoza fue uno de los principales casos en los que me tocó actuar como periodista junto a mis demás compañeros del diario.
En la foto de la izquierda, tomada por la revista "Aquí", se nota el momento de la llegada de la amante de Somoza; el señor de anteojos ocuros era su médico de cabecera. En el asfalto el cuerpo del Chofer Gallardo. Hacia la izquierda, fuera de foco, a unos 10 metros hacia adelante, el coche Mercedes Benz blanco con el motor aún en marcha y los dos cadáveres (de somoza y de su asesor económico) destrozados pero para el momento de la toma de la foto ya estaban cubiertos. Probablemente algunos vecinos piadosos aportaron las mantas.
El chico de pelo largo y flaco dentro del rectángulo rojo, yo.
4 comentarios:
que fuerte, realmente una tragedia, por Tachito
Una tragedia por tachito? tragedia tu madre hijo de la gran mil putas!!! preguntá todo el dolor, los asesinatos, los desaparecidos, los torturados y los millones de dólares que se robó este hijo de la gran puta, y el pueblo nicaraguense muriéndose de hambre... tachito mi culo pendejo!!!
Perro, que mas ladron y asesino que ortega, que llevo al pais a la ruina y mando miles de jovenes a morir en las montañas. Bestia que eres
Ha los generales argentinos Videla y compañía los condenaron ha cadena perpetua,al general chileno Contreras ha 500 años de cárcel,al Presidente Ortega sigue gobernando Nicaragua,deberia estar adentro por los derechos humanos ¿el juez Garzon que retuvo a Pinochet en Londres debería actuar con igual energía????
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