"Hombres y pasiones", de Sindulfo Martínez, es uno de mis libros favoritos de cabecera. Ya perdí la cuenta de cuántas veces lo he leído. Este es uno de los que leo, no sólo para distraerme sino, sobre todo, para aprender. Martínez, un periodista paraguayo, fue un gran maestro desde sus libros y desde los diarios donde ha trabajado.
No lo conocí personalmente. Cuando yo comenzaba en el diario ABC Color, en 1977, él ya no estaba en ¨La Tribuna¨, el períodico asunceno creado por Eduardo Schaerer.
Lo conocí a través de ¨Hombres y pasiones¨, por 1976, cuando compré el libro, ya usado, de alguna librería asuncena.
Luego me puse a leerlo sus artículos de ¨La Tribuna¨ en las hemerotecas y escuché relatos de sus antiguos compañeros Américo Zunini y Ramón López. Sus anécdotas eran un deleite y, sobre todo, inspiradoras.
Martínez fue un periodista muy preparado, capaz de ocupar una silla en cualquier periódico del mundo. De hecho lo hacía virtualmente, a través de la agencia Reuters, del cual era corresponsal en Asunción, llegando a escribir en respetables diarios como en el Washington Post.
Cuentan sus antiguos vecinos - vivía en Antequera entre Segunda y Tercera de Asunción - que murió pobre, pero feliz. Cumplió con el designio de quién toma este por oficio: el periodismo es la manera más divertida de ser pobre. Cuentan quiénes han tenido la suerte de tratar con él que era una persona franca, alegre y sabia.
No es mi intención comparar a Martínez con ningún periodista de éste tiempo, que también tiene sus buenos referentes, claro, pero no puedo escapar a la tentación de recordar a varios de hoy, que aprovechándose de la profesión, se llenan los bolsillos con el dinero de los corruptos.
Grandes periodistas de éste tiempo, honrados hasta la médula, que merecen ser mencionados, los hay, varios, felizmente. Por tanto, nombraré sin temor a que me tiemblen las manos a Tony Carmona, Alcibiádes González Delvalle, Juan Rómulo Gauto, Carlos Martini, Rubén Céspedes, entre otros, monumentos vivientes a la honradez.
La querida colega Sonia Paredes Cabral nos dejó también su limpio modelo de conducta profesional tras morir pobre en su querida Pilar pero, estoy seguro, feliz de haber tomado al periodismo como meta de su ejemplar vida.
Volviendo a Sindulfo Martínez diré que también había publicado otro libro, ¨Por los caminos del Viejo Mundo¨, en el cual expuso las vivencias recogidas en sus largos como fructíferos viajes. Yo no he tenido la suerte de encontrar un ejemplar de este trabajo en librerías, a ver si alguien que tenga me lo preste. Prometo devolver...
No lo conocí personalmente. Cuando yo comenzaba en el diario ABC Color, en 1977, él ya no estaba en ¨La Tribuna¨, el períodico asunceno creado por Eduardo Schaerer.
Lo conocí a través de ¨Hombres y pasiones¨, por 1976, cuando compré el libro, ya usado, de alguna librería asuncena.
Luego me puse a leerlo sus artículos de ¨La Tribuna¨ en las hemerotecas y escuché relatos de sus antiguos compañeros Américo Zunini y Ramón López. Sus anécdotas eran un deleite y, sobre todo, inspiradoras.
Martínez fue un periodista muy preparado, capaz de ocupar una silla en cualquier periódico del mundo. De hecho lo hacía virtualmente, a través de la agencia Reuters, del cual era corresponsal en Asunción, llegando a escribir en respetables diarios como en el Washington Post.
Cuentan sus antiguos vecinos - vivía en Antequera entre Segunda y Tercera de Asunción - que murió pobre, pero feliz. Cumplió con el designio de quién toma este por oficio: el periodismo es la manera más divertida de ser pobre. Cuentan quiénes han tenido la suerte de tratar con él que era una persona franca, alegre y sabia.
No es mi intención comparar a Martínez con ningún periodista de éste tiempo, que también tiene sus buenos referentes, claro, pero no puedo escapar a la tentación de recordar a varios de hoy, que aprovechándose de la profesión, se llenan los bolsillos con el dinero de los corruptos.
Grandes periodistas de éste tiempo, honrados hasta la médula, que merecen ser mencionados, los hay, varios, felizmente. Por tanto, nombraré sin temor a que me tiemblen las manos a Tony Carmona, Alcibiádes González Delvalle, Juan Rómulo Gauto, Carlos Martini, Rubén Céspedes, entre otros, monumentos vivientes a la honradez.
La querida colega Sonia Paredes Cabral nos dejó también su limpio modelo de conducta profesional tras morir pobre en su querida Pilar pero, estoy seguro, feliz de haber tomado al periodismo como meta de su ejemplar vida.
Volviendo a Sindulfo Martínez diré que también había publicado otro libro, ¨Por los caminos del Viejo Mundo¨, en el cual expuso las vivencias recogidas en sus largos como fructíferos viajes. Yo no he tenido la suerte de encontrar un ejemplar de este trabajo en librerías, a ver si alguien que tenga me lo preste. Prometo devolver...
2 comentarios:
Es un honor infinito leer sus comentarios .pues expresa sencilla y verdaderamente lo que fue mi padre.Agradecida con sus palabras
Si en el año 70 y algo el gran Sindulfo Martínez ha se preguntaba porque la fruta del origen chino lleva el nombre de "paraguayo/a", a día de hoy yo sigo con la misma incógnita?!. Dicha referencia aparecen en su libro por los caminos del viejo mundo que también lo digo con muchísimas sinceridad estoy deseando encontrarlo .
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