Sonríe y conversa con ganas con todos los visitantes de la oficina donde, todos los días, hace de todo. Tampoco tuvo oportunidades laborales en su país por lo que está en Madrid desde el 11 de marzo de 2006. Es la relacionista de la Asociación Guaraní (más de 3.200 socios conformados por inmigrantes paraguayos) encargándose de encontrar trabajo a sus compatriotas desempleados, así como alimentos o hasta albergue para los que lo necesiten. “Me encanta trabajar con los paraguayos porque son muy solidarios, humildes, abiertos y comprensivos”, dice Irma Pérez Vecvort, con quién conversó EURO MUNDO GLOBAL.
Es menuda y con la simpatía a flor de piel. Está desde el verano pasado colaborando en la referida asociación de inmigrantes paraguayos, cuya oficia está en El Carmen, Madrid. “Me gusta atender a la gente, es mi profesión, soy licenciada en Relaciones Humanas y Públicas”, nos dice en un paréntesis de atención a sus compatriotas y que no cesan de llegar a dicha oficina.
Cuenta que ella también quedó desempleada en Asunción, ciudad donde nació, por lo que había decidido hacer maletas y venir a España, como miles. “Yo he venido varias veces a Europa y me gustaba. Soñaba con venir a radicarme aquí, tan siquiera por un buen tiempo y luego volver a Paraguay”, nos cuenta.
La preguntamos cuál es el cargo que ejerce en la Asociación Guaraní. Se encoge de hombros y respondió que hace un poco de todo: “limpio la oficina, hago el mate, atiendo el teléfono, busco empleo para la gente, atiendo a los que desean empleados y empleadas, estoy atendiendo al compatriota con urgencias, hago relaciones públicas con todos. Aquí soy un todo terreno y me gusta serlo”. Sonríe al ser sorprendida por la pregunta. “Somos pocos los que atendemos a 3.200 socios”, acota.
Para ella es fácil encontrar soluciones a los socios paraguayos de esta entidad de inmigrantes porque “los paraguayos tienen una notable sensibilidad y son siempre positivos. Por más que estén sin trabajo desde hace meses, dicen que está bien. Son solidarios naturalmente, más humildes, abiertos, sencillos, comunicativos, austeros y comprensivos. Tratando con gente de otras nacionalidades encontré con que estos son más exigentes, ponen más condiciones. El paraguayo es distinto”.
A Irma llamó la atención la cordialidad existente entre el trabajador paraguayo y el jefe español. “Aquí el paraguayo aprecia y protege al jefe o la jefa; comprende que es su amigo, que le paga el salario. En Paraguay lo tenemos al jefe como al enemigo. Otro detalle que me llamó la atención es que mujeres y hombres compatriotas, de 30 años para arriba, no quieren cambiar sus empleos por cambiar. Eso habla mucho y bien de los paraguayos” (Artículo publicado el 15 de marzo de 2008 en el periódico madrileño "Euro Mundo Global", número 160, p. 26)
Es menuda y con la simpatía a flor de piel. Está desde el verano pasado colaborando en la referida asociación de inmigrantes paraguayos, cuya oficia está en El Carmen, Madrid. “Me gusta atender a la gente, es mi profesión, soy licenciada en Relaciones Humanas y Públicas”, nos dice en un paréntesis de atención a sus compatriotas y que no cesan de llegar a dicha oficina.
Cuenta que ella también quedó desempleada en Asunción, ciudad donde nació, por lo que había decidido hacer maletas y venir a España, como miles. “Yo he venido varias veces a Europa y me gustaba. Soñaba con venir a radicarme aquí, tan siquiera por un buen tiempo y luego volver a Paraguay”, nos cuenta.
La preguntamos cuál es el cargo que ejerce en la Asociación Guaraní. Se encoge de hombros y respondió que hace un poco de todo: “limpio la oficina, hago el mate, atiendo el teléfono, busco empleo para la gente, atiendo a los que desean empleados y empleadas, estoy atendiendo al compatriota con urgencias, hago relaciones públicas con todos. Aquí soy un todo terreno y me gusta serlo”. Sonríe al ser sorprendida por la pregunta. “Somos pocos los que atendemos a 3.200 socios”, acota.
Para ella es fácil encontrar soluciones a los socios paraguayos de esta entidad de inmigrantes porque “los paraguayos tienen una notable sensibilidad y son siempre positivos. Por más que estén sin trabajo desde hace meses, dicen que está bien. Son solidarios naturalmente, más humildes, abiertos, sencillos, comunicativos, austeros y comprensivos. Tratando con gente de otras nacionalidades encontré con que estos son más exigentes, ponen más condiciones. El paraguayo es distinto”.
A Irma llamó la atención la cordialidad existente entre el trabajador paraguayo y el jefe español. “Aquí el paraguayo aprecia y protege al jefe o la jefa; comprende que es su amigo, que le paga el salario. En Paraguay lo tenemos al jefe como al enemigo. Otro detalle que me llamó la atención es que mujeres y hombres compatriotas, de 30 años para arriba, no quieren cambiar sus empleos por cambiar. Eso habla mucho y bien de los paraguayos” (Artículo publicado el 15 de marzo de 2008 en el periódico madrileño "Euro Mundo Global", número 160, p. 26)
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