Aunque le parezca increíble, el caballo aportó lo suyo en la historia paraguaya hasta que fuera sustituido por el motor. Este, el motor a combustión, acaso como merecido homenaje al noble bruto, lleva en si un poco del equino por lo que su fuerza se mide por la que es capaz de tener un caballo (Horse Power, HP).
En los primeros veinte años del siglo XX fue, como en todo el mundo donde existía caballo, el elemento indispensable de trabajo. Por entonces, y por muchos años posteriores, el equino y, consecuentemente, el carro, estuvieron presentes entre ricos y pobres cabalgadura o tiro.
Su importancia se inyecta, así las cosas, a los documentos oficiales en los cuales aparecen como parte de los gastos e inversiones del Estado. La Presidencia de la República del Paraguay, las Fuerzas Armadas y la Policía se constituyen en este sentido como las instancias que más mencionan al caballo (incluyendo a mulas, bueyes, carros y carretas) en resoluciones, decretos y leyes y que pueden ser leídos en los archivos de la Imprenta Nacional, Biblioteca Nacional y algunas bibliotecas privadas.
El Paraguay sufrió varias guerras civiles a lo largo de su historia; en la etapa comprendida entre 1900 y 1920 transcendieron las de 1904, 1909 y 1912, en los cuales el caballo fue el principal medio de transporte de los combatientes. El tren fue otro.
En cada revolución las estancias paraguayas eran ocupadas por los revolucionarios (de uno u otro bando) en busca de caballos que eran requisados sin decir agua va. Los ganaderos sufrían la permanente requisa por la que cobraban, con suerte y paciencia, algún tiempo después al gobierno, siempre que no hayan guerras civiles que entorpezcan las gestiones.
Desde 1912, los sucesivos gobiernos paraguayos se vieron en la necesidad de pagar a los ganaderos por sus animales requisados, a la fuerza claro, por uno u otro contendor. La revolución, estaba vista, era imposible sin caballos.
Grandes empresas proveedoras de forrajes han funcionado en el Paraguay en los primeros veinte años del siglo XX al sólo efecto de responder la demanda de alimentos para caballos. Grandes sumas de dinero eran destinados del presupuesto nacional a la compra de forrajes para la caballada de la administración pública.
Por el año 1920, cuando el gobierno ya usaba vehículos motorizados, no dejaba sin embargo de apelar a sus caballos. Así, en la Presidencia de la República había unos cincuenta equinos (caballos, yeguas y potrancas) para montado y tiro y que, según un decreto firmado por José P. Montero, fueron llevados parcialmente a remate, incluyendo tres coches “Victoria” y dos coches (carros) “Coupé” “en mal estado”. Los animales habían comprado “el señor Papalardo” (sic.) y Chiriani. Este también fue el adquirido el coche “Victoria” “en buen estado”.
Hipología se llamaba una materia en la flamante Escuela Militar (que luego sería el Colegio Militar “Mariscal Francisco Solano López”) donde estudiaban los primeros cadetes. Por lo que se puede deducir, no era concebible un militar de aquella época que no supiera de caballos.
Consecuentemente, los veterinarios eran verdaderas piezas humanas claves en las estructuras militares del país, por lo que La Remonta pasó a ser como la niña bonita del Ejército paraguayo.
Con la masificación de los transportes motorizados, el caballo pasó a segundo plano en el Gobierno paraguayo. A partir de la década de 1950 su uso fue reducido a lo necesario para cubrir necesidades de seguridad.
En los primeros veinte años del siglo XX fue, como en todo el mundo donde existía caballo, el elemento indispensable de trabajo. Por entonces, y por muchos años posteriores, el equino y, consecuentemente, el carro, estuvieron presentes entre ricos y pobres cabalgadura o tiro.
Su importancia se inyecta, así las cosas, a los documentos oficiales en los cuales aparecen como parte de los gastos e inversiones del Estado. La Presidencia de la República del Paraguay, las Fuerzas Armadas y la Policía se constituyen en este sentido como las instancias que más mencionan al caballo (incluyendo a mulas, bueyes, carros y carretas) en resoluciones, decretos y leyes y que pueden ser leídos en los archivos de la Imprenta Nacional, Biblioteca Nacional y algunas bibliotecas privadas.
El Paraguay sufrió varias guerras civiles a lo largo de su historia; en la etapa comprendida entre 1900 y 1920 transcendieron las de 1904, 1909 y 1912, en los cuales el caballo fue el principal medio de transporte de los combatientes. El tren fue otro.
En cada revolución las estancias paraguayas eran ocupadas por los revolucionarios (de uno u otro bando) en busca de caballos que eran requisados sin decir agua va. Los ganaderos sufrían la permanente requisa por la que cobraban, con suerte y paciencia, algún tiempo después al gobierno, siempre que no hayan guerras civiles que entorpezcan las gestiones.
Desde 1912, los sucesivos gobiernos paraguayos se vieron en la necesidad de pagar a los ganaderos por sus animales requisados, a la fuerza claro, por uno u otro contendor. La revolución, estaba vista, era imposible sin caballos.
Grandes empresas proveedoras de forrajes han funcionado en el Paraguay en los primeros veinte años del siglo XX al sólo efecto de responder la demanda de alimentos para caballos. Grandes sumas de dinero eran destinados del presupuesto nacional a la compra de forrajes para la caballada de la administración pública.
Por el año 1920, cuando el gobierno ya usaba vehículos motorizados, no dejaba sin embargo de apelar a sus caballos. Así, en la Presidencia de la República había unos cincuenta equinos (caballos, yeguas y potrancas) para montado y tiro y que, según un decreto firmado por José P. Montero, fueron llevados parcialmente a remate, incluyendo tres coches “Victoria” y dos coches (carros) “Coupé” “en mal estado”. Los animales habían comprado “el señor Papalardo” (sic.) y Chiriani. Este también fue el adquirido el coche “Victoria” “en buen estado”.
Hipología se llamaba una materia en la flamante Escuela Militar (que luego sería el Colegio Militar “Mariscal Francisco Solano López”) donde estudiaban los primeros cadetes. Por lo que se puede deducir, no era concebible un militar de aquella época que no supiera de caballos.
Consecuentemente, los veterinarios eran verdaderas piezas humanas claves en las estructuras militares del país, por lo que La Remonta pasó a ser como la niña bonita del Ejército paraguayo.
Con la masificación de los transportes motorizados, el caballo pasó a segundo plano en el Gobierno paraguayo. A partir de la década de 1950 su uso fue reducido a lo necesario para cubrir necesidades de seguridad.
2 comentarios:
Sr. Efrain, coincidentemente no creo en las coincidencias, pero me sirvie en estos momentos su valioso comentario sobre los caballos, atendiendo a que el proximo lunes, debo de hacer una exposicion oral (defensa de tesina)sobre los caballos,la historia del caballo en el mundo, y especificamente sobre la equitation femenina en francia, en el siglo XXI.
Le aliento, desde paraguay, a añadir mas de cultura general a su pagina, estoy a su servicio, para aportar ideas, y nuevos temas.
ah, olvide decirle que soy la Lic.Guadalupe Martinez.
De la comunidad del orkut.
Publicar un comentario