Antes de emprender el viaje quiero un amigo que forje mi
hierro viejo.
O, mejor, varios que con paciencia moldeen este óxido, pese
al tiempo, todavía dócil.
Que den la primera forma a esta pieza que todavía es metal.
Que me fundan de nuevo y luego me viertan en el molde nuevo.
En el de los espíritus de León XIII, Pío X y de Julio Verne,
que restaurar mis ideas misioneras.
Troquel del cual me resuciten, renovado, de mi
descomposición y ruina
y que derrumben mis fracasos.
Renacer en la matriz de Andersen para pensar como niño
y escribirles un cuento fresco.
Me transformen en la hechura de Lessepp y construir un canal
de amor para todos.
Me hagan como Juarez, para que, con armonía y prudencia,
administre.
Me extraigan de la sabia de Stuart Mill y Balzac para
defender la igualdad;
para reconocer, como Lincoln, la genialidad del pensamiento
cristiano;
para perseverar como Darwin, rediseñar mi destino como trazó
Hassman la hermosa Paris y,
ser íntimo, soñador,
como Chopin, desembocando, como Balmes,
en el sentido común como guía y criterio; atacando al mal, como
Sarmiento, desde las aulas.
Antes de ir quiero ser el hombre nuevo para que, como Dickens,
dejar escritos fecundos; como Dom Bosco, enseñar amando; ser visionario como
Reuter, riguroso como Mommser y, como Dostoyevski, sentir vivamente el misterio
de la vida.
Quiero sentirme tumbado del caballo en mi largo camino a
Damasco, que sienta el golpe del maravilloso cambio y comprender que soy alma
viva y no alma muerta.
Quiero amigos - tan siquiera uno - que restaure mis ideas
misioneras que derrumben mis fracasos.
Efraín Martínez Cuevas
Palma Loma, Luque, 21 de setiembre de 2013.
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