Romance con los libros

En mi perfil podrán leer que los libros me enamoran, por aquello de que los escritores aprendemos a vivir con un libro en las manos, como dijera Luís García Montero. Es verdad, el que ama leer, por tanto a los libros, no tendrá muchas veces qué comer, pero tendrá para comprarse un libro, tan siquiera de segunda mano. Me pasa lo mismo. No entiendo una casa sin bibliotecas; sin una Biblia, un Corán, un Quijote, un Dante, un Roa Bastos, una enciclopedia, un diccionario castellano, un Federico García Lorca, por mencionar unos pocos.

Enamorarme de los libros y, por añadidura, de las revistas, los diarios viejos y las publicaciones especiales, hacen que, paralelamente, me deprima ver libros rotos, deshojados y tirados en la casa o; como el pasado 2 de marzo de 2008, en el contenedor de basuras aquel de Alcalá de Henares (foto). Eran libros, por lo visto, de un profesor de la secundaria que, no sé por qué, se me hace que ha fallecido, y que sus herederos prefieron mandar al basurero un par de centenas de sus libros.

Claro, junté algunos y los traje a mi casa. Unos 20 volúmenes.

Sí, los libros me enamoran y me resultan inexplicable cuando se los manda al contenedor de resíduos. Me agradaría que quién en Europa desea liberarse de sus libros me envien un mail para avisarme que me iré a traerlo para que, luego, me encargue de ponerlos en las bibliotecas de las escuelas pobres de mi país. Millones de niños en el mundo no estudian por falta de libros.